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Defensora del Lector
Tribuna
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La consulta de Bruselas

Los resultados de la votación sobre el cambio de hora no pueden extrapolarse al conjunto de los europeos

Un panel electrónico muestra los horarios de distintas ciudades europeas.
Un panel electrónico muestra los horarios de distintas ciudades europeas.OLIVIER HOSLET (EFE)

No es frecuente que la Comisión Europea organice consultas sobre temas de amplio interés social entre los ciudadanos de la UE. La mayoría de las que propone (y son bastantes, como me señala un lector, lo que me lleva a corregir la redacción inicial de este párrafo), tienen temáticas más bien técnicas o son de interés minoritario. Por eso, la abierta este verano en Internet, en la que los europeos hemos podido votar sobre la conveniencia o no de mantener el cambio de hora, ha sido noticia. EL PAÍS ha dedicado varios artículos al tema desde el anuncio de la votación, que se inició a principio de julio, hasta su resultado, que se hizo público el 30 de agosto.

En la edición digital de ese día, EL PAÍS titulaba: Los europeos piden a Bruselas el fin del cambio de hora por amplia mayoría. En el subtítulo, se especificaba correctamente: “Un 80 % de los participantes en la consulta pública abierta por la Comisión Europea es partidario de eliminarlo”. En la edición impresa del 31 de agosto, los editores de Internacional optaron por un titular más rotundo: “El 80 % de los europeos piden a Bruselas el fin del cambio de hora”.

“Titular engañoso, si no falso”, me escribe un lector, Ángel María Pascual Asura, que alega a continuación: “Una encuesta que se cuelga en Internet para que sea respondida por quien sepa que tal encuesta existe no cumple el principio de representatividad para que pueda realizarse la inferencia y poder aplicar a la población los resultados obtenidos en la muestra con el margen de error correspondiente”. El señor Pascual añade: “Puede que el 80 % de quienes han respondido, como muestra incidental, pidan el fin del cambio de hora, pero esto no dice que se trata del 80 % de los europeos (...) En consecuencia, cabe realizar un par de reflexiones: en primer lugar la falta de rigor en determinadas noticias como la que estoy comentando, bastando en este caso la comprobación de exigencias del método encuesta; y en segundo lugar si el diario quiere favorecer el fin del cambio de hora hágalo, pero sin basarse en datos que no son correctos”. Lo que, teme el lector, puede llegar a originar noticias falsas.

He trasladado la queja a Andrea Rizzi, redactor-jefe de Internacional. “El lector tiene razón”, responde. “Nuestro titular no es acertado, porque la consulta pública en cuestión no permite inferir que el 80 % de los ciudadanos europeos apoya esa petición. Aunque la participación fue alta no hay ninguna base para proyectar su representatividad a escala general. Pedimos disculpas por ello”.

De los 4,6 millones de participantes en la consulta, algo más de tres millones eran alemanes, frente a unos 87.000 españoles

Álvaro Sánchez, colaborador del diario en Bruselas que firmaba la crónica, considera, no obstante, que el número de respuestas avala la consistencia de la consulta. “Participaron 4,6 millones de personas, el 0,89 % de la población de la UE. La representatividad es muy superior a la de cualquier otra encuesta hecha en España o en otros países sobre este u otro tema. En sondeos con una participación muy inferior se titula con porcentajes de votos para los partidos y como sucede en este caso, el lector puede inferir que no se ha preguntado a todos los votantes al respecto”. “Además”, añade, aunque está muy lejos de ser un referéndum, la Comisión Europea ha dado a los datos una gran relevancia. Hasta el punto de que han sido un factor muy importante para que se decida a acabar con el cambio de hora".

He planteado el tema a Kiko Llaneras, colaborador de EL PAÍS y experto en análisis electorales y sondeos de opinión.

Llaneras precisa que la representatividad de una consulta no radica solo en el número de participantes.

"Preguntar a 1.000 o a 100.000 personas no te garantiza representatividad” señala. “Las encuestas de pocas entrevistas (1.000 para España) tienen representatividad solo cuando se diseñan para serlo: por ejemplo, incluyen cuotas para que haya mujeres y hombres, personas de la edad necesaria o que viven en las regiones proporcionales a la población”.

De ahí que esté de acuerdo con el lector. “La consulta del cambio de hora no cumplía, hasta donde sé, ningún requisito de representatividad. Un sesgo evidente es el dominio de los alemanes en la muestra, que una encuesta representativa habría evitado a priori (con diseño) o a posteriori (con ponderaciones)”.

“Una consulta”, concluye, “no es una encuesta, en gran medida por esa distinción: una encuesta necesita ser representativa -es un instrumento para inferir lo que piensa todo el mundo, entrevistados o no-, una consulta, no necesariamente".

Tengo que precisar que el propio diario ofrecía a los lectores la información necesaria para cuestionar el titular, ya que publicó ese mismo 31 de agosto en la web (algo más resumido en el papel al día siguiente) los porcentajes de participantes en la consulta en relación con la población de cada uno de los 28 países de la UE. Repasándolo, se descubría que de los 4,6 millones de votantes, algo más de tres millones eran alemanes, frente a unos 87.000 españoles. Todavía inferior fue el entusiasmo de italianos y británicos que prácticamente no participaron. De ello se puede concluir que la mayoría de los europeos no hemos votado a favor de eliminar el cambio de hora, aunque podamos o no estar de acuerdo.

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