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CLAVES
Columna
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La Gran Transición

Los científicos están viendo confirmados sus peores escenarios en tiempo récord. Ya no estamos ante un problema de futuro, sino de presente

Cristina Monge
Preemergencia por alta contaminación en Santiago de Chile el pasado lunes.
Preemergencia por alta contaminación en Santiago de Chile el pasado lunes.CLAUDIO REYES (AFP/Getty Images)

La ola de calor está remitiendo, pero el problema de fondo se agudiza. Asfixiados como estamos en todo el hemisferio norte, apenas percibimos una parte de lo que es ya hoy el principal reto de la humanidad, el cambio climático, responsable de que estos fenómenos meteorológicos extremos sean cada vez más frecuentes. Los científicos están viendo confirmados sus peores escenarios en tiempo récord, comprobando que ya no estamos ante un problema de futuro, sino de presente. Esta es la gran transición que debemos abordar con urgencia.

Según la Organización Mundial de la Salud, el cambio climático está comprometiendo recursos básicos para la vida como el agua, la producción de alimentos, un aire limpio o territorios seguros, y estima en 250.000 las muertes anuales que se producirán por estos motivos entre 2030 y 2050.

Como titula Naomi Klein, Esto lo cambia todo. Según Naciones Unidas, los desastres por fenómenos extremos obligaron a migrar entre 2008 y 2015 a 26,4 millones de personas al año. La prospectiva del Banco Mundial eleva esta cifra a más de 140 millones en el futuro y alerta de que los costes económicos del cambio climático se calculan en 125.000 millones de dólares, el 80% de los cuales los asumen países en vías de desarrollo, con menos responsabilidad en la generación del problema y menos recursos para hacerle frente. Esto tiene su reflejo también en el mundo desarrollado, donde aquellos que disponen de mayores recursos pueden afrontar sequías, inundaciones u olas de calor en mejores condiciones.

Esta gran transición exige replantear nuestra relación con el planeta, entender que la vida humana es una variable dependiente de la biosfera, y cuestionar las bases de un modelo de desarrollo depredador de recursos y generador de desigualdad. Hoy tenemos más certeza que nunca de la dimensión del reto, existe un gran consenso científico sobre el diagnóstico, y disponemos de tecnología competitiva para hacerle frente. Siempre que no olvidemos que para llegar al fondo del problema hay que escarbar hasta los cimientos de un modelo de desarrollo que se autodestruye. Al menos, para el común de los mortales. @tinamonge

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Sobre la firma

Cristina Monge
Imparte clases de sociología en la Universidad de Zaragoza e investiga los retos de la calidad de la democracia y la gobernanza para la transición ecológica. Analista política en EL PAÍS, es autora, entre otros, de 15M: Un movimiento político para democratizar la sociedad y co-editora de la colección “Más cultura política, más democracia”.

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