_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Postal ciega

No me acordaba de La Habana. No me acordaba. No me acuerdo

Leila Guerriero
La Habana al atardecer.
La Habana al atardecer.Getty Images

¿Cuándo fue? ¿Sobre qué cima de qué montaña de los Andes? ¿Mientras la voz de qué auxiliar de vuelo decía qué cosa? ¿En cuál de todas las noches que pasé en Santiago? ¿Resguardada en qué hotel, con el torrente turbio de la televisión ante los ojos? ¿Mientras cenaba con qué amigo? ¿O cuando intenté esa llamada telefónica? ¿Desde el locutorio que estaba frente al supermercado? ¿Cuando eran las cinco de la tarde y no atendías? ¿Quién era yo cuando me vi en aquel verano antiguo? ¿Mis alpargatas de yute, la pulsera de bronce en el tobillo? No me acordaba de aquella tarde, crucificada boca arriba, el traje de baño mojado, las baldosas frías, la habitación lóbrega, el pérfido júbilo que sentí por dentro. No me acordaba del gato ni de la paloma muerta ni del olor a pólvora ni del primo gritando, en el corazón momificado de la torre: “¡No, no!”. No me acordaba de que al vecino —con el que me detenía a hablar de regreso de mis clases de guitarra— le habían cortado las piernas. No me acordaba del beso del guitarrista joven en el auto, ni de mi risa maligna, ni de mi infinita capacidad para hacer daño. No me acordaba de aquella caminata hasta el obelisco ni de que, cuando llegamos, dijiste: “Me enamoré” (ni de mi risa maligna, ni de mi infinita capacidad para hacer daño). No me acordaba de mi pequeño hermano tragado por el agua, ni de mi salto, ni del cuerpo que se elevó dócil conmigo hacia la superficie, ni de que me reí y le dije: “¡Qué sorpresa!”, mientras quería gritar. No me acordaba. De que me pintaba las uñas a menudo. De que no usaba sujetador. De que leía a Jean Cocteau. De la pizza con café con leche que comíamos de madrugada. De la gula. No me acordaba de mi pequeño hermano corriendo hacia mí en el aeropuerto cuando volví de La Habana. No me acordaba de La Habana. No me acordaba. No me acuerdo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Leila Guerriero
Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_