Colosal fracaso en RTVE

El proceso de renovación del consejo de administración de RTVE se ha cobrado el primer fracaso parlamentario del Ejecutivo de Pedro Sánchez, escenificando así los enormes riesgos que conlleva gobernar con una minoría tan frágil como la que tienen ahora los socialistas. La permanente dependencia de los escaños que le auparon a La Moncloa requiere que no haya fisuras en un bloque configurado artificialmente, tanto por el origen heterogéneo de los grupos que revalidaron la investidura como por sus intereses diversos. Por un error —involuntario o deliberado— al votar en el Congreso la lista de consejeros de RTVE, el relevo en la radio y la televisión pública se ha ido a pique. De poco ha servido que los partidos que apoyaron a Sánchez hubieran expresado con contundencia la necesidad urgente de regenerar la corporación pública para garantizar su independencia.

El fallo cometido por dos diputados —cuyas papeletas fueron consideradas nulas— en el pleno del Congreso y la ausencia de otros dos ha dejado a solo un voto de la mayoría absoluta exigida por la ley el nombramiento de los 10 nuevos consejeros de RTVE. Este colosal fiasco obliga al Gobierno a nombrar un administrador único para gestionar la corporación de forma interina hasta que se resuelva el concurso público del que debe nacer una cúpula directiva avalada por el Parlamento.

Ante sí tiene el presidente Sánchez un reto inminente: designar a un gestor para llevar las riendas de RTVE en los próximos meses y conseguir que el nombramiento sea avalado por al menos 176 diputados. El éxito en esta tarea dependerá de la capacidad del presidente del Ejecutivo para conseguir el necesario respaldo parlamentario. Elegir para ese puesto a una persona de prestigio y con contrastada capacidad de gestión en el ámbito de los medios de comunicación podría contribuir a allanar el camino.