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CLAVES
Columna
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Besos y Brexit

En política, también cala lo imaginado, imbatible frente a las imperfecciones y limitaciones de la realidad

Sandra León
El problema de May no es tanto que figuras como Johnson dimitan, sino que esas condiciones de negociación no vayan a cambiar.
El problema de May no es tanto que figuras como Johnson dimitan, sino que esas condiciones de negociación no vayan a cambiar. NIKLAS HALLE'N (AFP PHOTO)

En la negociación política hay condiciones que conducen a la desventaja: la impaciencia de un horizonte temporal corto, la falta de unidad en tu bloque o que tu interlocutor se mantenga firme en su postura, sin signos de debilidad. Este es precisamente el escenario en el que Reino Unido intenta negociar su salida de la Unión Europea. Un contexto donde la única actividad aparente proviene de las dimisiones dentro del Gobierno de Theresa May.

El problema de May no es tanto que figuras como Johnson dimitan, sino que esas condiciones de negociación no vayan a cambiar. El horizonte temporal es marzo de 2019, fecha de salida. Aunque la negociación de algunos asuntos pueda trasladarse al periodo de transición que se abrirá después, es difícil que se consume el divorcio sin acordar un marco general mínimo durante el próximo otoño.

De la Unión Europea no cabe esperar grandes cambios. La Comisión se ha mostrado hasta ahora inflexible. Su firmeza coincide, además, con la de la opinión pública: son más los europeos que prefieren un Brexit duro a un acuerdo suave. Lo quieren sobre todo los más informados y los más europeístas, como muestra la politóloga Stefanie Walter.

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El asunto más complicado es la división en el Partido Conservador. Porque es una brecha honda y antigua. Y porque además esto nunca fue de Europa, sino de poder. Del auge del UKIP y de sus efectos sobre la relación entre tories radicales y moderados. Las recientes dimisiones en el Gobierno van de lo mismo: una ofensiva de los primeros al liderazgo del partido, con la excusa del acuerdo de mínimos pergeñado el viernes pasado.

Aunque May consiga imponerse a los partidarios de un Brexit duro, a medio plazo su desventaja seguirá siendo tener que actuar dentro de los límites de lo posible. El acuerdo que se consiga jamás podrá competir con lo que no ocurrirá: un contrafáctico hecho a medida, un Brexit puro imposible que los conservadores radicales vestirán de ideal traicionado.

Canta Sabina que los besos que más calan son los no se han dado. En política, también cala lo imaginado, imbatible frente a las imperfecciones y limitaciones de la realidad. @sandraleon_

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