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26 expresiones en español que nos suenan a chino a los españoles ¿Qué es pelar el cobre? ¿Y pedir la cola? Nuestro idioma, rico y ampliamente difundido por el mundo, ha propiciado en Latinoamérica frases incomprensibles en España Patricia Villarruel: “Esta palabra es curiosa porque la puso de moda Rafael Correa [presidente de Ecuador entre 2007 y 2017]. Se refiere a la gente que tiene dinero. A principios de este siglo se acentuó mucho la diferencia en Ecuador entre la gente con recursos económicos y la gente que carece de ellos, y para Correa quienes tenían dinero eran los pelucones. Y a partir de ahí la gente empezó a usar la expresión”. La jerga ecuatoriana aún no ha encontrado una palabra para designar a los ricachones que además gozan de una buena cabellera, que los hay. En la imagen, Miguel Ángel Silvestre en 'Velvet'. En Colombia se usa como advertencia o reprimenda a alguien que está dando la nota y nos está haciendo quedar mal. Si vas con tu pareja a un cóctel y no para de asaltar las bandejas de comida, le espetas: “No peles el cobre”. “Se le dice a alguien que está teniendo un comportamiento que no es el adecuado en un lugar ajeno, de modo que deja en evidencia a otras personas”, aclara Francisco Cardona, director de producto de Radio Caracol en España. ¿Qué pinta el cobre en todo esto? Al parecer, se debe a las joyas añejas bañadas en oro que, al pelarse, dejaba ver el material más modesto del que estaban hechas. En la imagen, escena de la película 'La gran aventura de Mortadelo y Filemón' (2003). ¿Por qué alguien querría llamar a otra persona lámpara? ¿Porque se cuelga del techo como Spiderman? ¿Porque ilumina con su sabiduría? ¿Porque es un ser de luz? ¿Un iluminado? Nada más lejos de la realidad ecuatoriana. “Un lámpara es alguien que quiere aparentar. Puede que la expresión proceda de ese deseo de llamar la atención, como la luz de una lámpara”, baraja Patricia Villarruel. En la península ibérica lo llamaríamos listillo, chulito, fardón, pedante o esnob. En la imagen, Berto Romero en 'El pregón'. “Los ecuatorianos no visitamos, sino que caemos”, explica Patricia Villarruel, despejando dudas así con respecto a esta frase aplicable a cualquiera que nos honre en nuestra casa con su presencia y que podría entenderse en España de un modo bien distinto (sobre todo si se toma literalmente). El peso de la persona en cuestión, por tanto, es indiferente, ya que nuestra integridad física no corre peligro. En la imagen, Silvia Alonso y Miki Esparbé en 'Es por tu bien'. La expresión no tiene nada de extraño…, si no fuera porque los colombianos se la endosan a los camareros sin ningún pudor. Puede referirse a un café lo mismo que a una cerveza o un refresco. Y no es porque le echen mucho morro: tienen intención de pagar. “Aquí en España la gente se queda como: ‘No te voy a regalar un café’, y tenemos que aclarar enseguida: ‘¡No, no, si te lo voy a pagar!”, describe Francisco Cardona. “Es una forma muy nuestra de pedir algo. Somos muy emotivos, muy sensibles, de ahí que utilicemos esta fórmula, que suele ir acompañada de un ‘por favor”. En la imagen, escena de la serie 'Amar en tiempos revueltos'. En España llamar “salado” a alguien implica reconocer que tiene salero, gracia, chispa, desparpajo, donaire. No es exactamente un piropo, pero quien lo recibe seguramente lo encajará con agrado. En Ecuador puede que no caiga tan bien. “Si te lo dicen allí, están insinuando que tienes mala suerte, que estás gafado”, aclara Patricia Villarruel Gordillo, corresponsal en España del diario ecuatoriano 'El Universo'. En la imagen, Andrés Pajares y Fernando Esteso en 'Los bingueros'. Cuando empezamos a citar ciudades, la cosa se complica (en España no somos ajenos: ahí están el “entre Pinto y Valdemoro”, “salir de Málaga para meterse en Malagón” o “tomar las de Villadiego”). Pachuca es la capital del estado mexicano de Hidalgo, y Toluca la del estado de México. Muy distantes geográficamente, es improbable que lo que ocurre en una suceda en la otra a la vez. De ahí que en el país azteca utilicen la rocambolesca expresión para indagar por algo. “Si llegas a la oficina y ves el ambiente muy revuelto, preguntas: ‘¿Qué Pachuca por Toluca?’, en el sentido de: ‘¿Qué pasó aquí?”, dice Manuel Espinosa. En la imagen, Imanol Arias en 'Despido procedente'. ¡Malpensado! Esto no va de drogas. El verbo camellar está recogido en el DLE de la RAE como típico de Colombia, Costa Rica, El Salvador y Honduras, y quiere decir “trabajar arduamente”. De ahí que, cuando uno se queda en el paro, diga: “Me quedé sin camello” o “No tengo dónde camellar”. Sus homólogos en el español ibérico de la calle serían “curro” y “currar”. “Probablemente habla del camello —dice Francisco Cardona—, un animal que tiene que trabajar duro y cargar muchas cosas”. En la imagen, José Ángel Egido en 'Los lunes al sol'. “No tiene nada que ver con el vino tinto”, se apresura a aclarar Francisco Cardona, sino con el café, producto nacional de Colombia. “Un tinto es ese café oscuro, sin leche, sin crema, que se vende en todas las esquinas. Le decimos tinto o tintico, porque utilizamos muchos diminutivos. Si vas a una casa y te ofrecen un tinto, es un café siempre”. En la imagen, Alexandra Jiménez y Daniel Grao en el cortometraje 'Café para llevar'. De nuevo los colombianos y las frutas. En este caso, la frase tiene que ver con la inseguridad en las calles y se le aplica a quien ha sido víctima de un robo. “Si alguien dice: ‘Me han robado el móvil”, puede que le respondan: ‘Ah, es porque diste papaya’. Quiere decir que te has expuesto, que fuiste un blanco fácil. Es curioso, porque en lugar de cuestionar la inseguridad, termina siendo responsabilidad de la persona a la que le ha sucedido”, comenta Cardona. “La papaya es tan suave que se parte muy rápido con el cuchillo, es una fruta muy fácil. De ahí viene”, añade. En la imagen, Jesús Castro y Raúl Arévalo en 'La isla mínima'. Si llegas a la costa de Colombia estresado y con prisas, te dedicarán esta frase que también oyen a menudo los habitantes de Bogotá más acelerados en sus vacaciones playeras. Esta expresión es prima hermana del “take it easy” anglosajón, o lo que es lo mismo, relájate, hermano. “Un costeño te dirá: ‘Cógela suave’, que significa: ‘No vengas con tu estrés a la costa, que esto es relajado”, nos traduce Francisco Cardona. En la imagen, escena de la película 'Caribe Mix' (2018). Si te dedican esta lindeza en México no pienses que te están llamando cobarde. Es más, lo normal sería que reaccionaras riendo y dando las gracias. “Se dice cuando alguien es muy gracioso, que gasta muchas bromas”, señala Manuel Espinosa. “Viene a ser como cuando en España se le dice a alguien que está sembrado. También puede referirse a cosas, por ejemplo, a una película muy divertida: ‘Es una película cagadísima”. En la imagen, Dani Rovira y Clara Lago en 'Ocho apellidos vascos'. Aquí significa “súbitamente”, pero tal como lo usan los colombianos, como ha constatado Francisco Cardona en sus carnes, en España no genera más que confusión. “Cuando llegué aquí y me invitaban a una cena, respondía: ‘Ah, de pronto voy’. Y el anfitrión no sabía si con eso quería decir que iba a ir o que no. El ‘de pronto’ para nosotros es: ‘Si puedo voy, y si no, no voy”, sobre todo cuando no queremos comprometernos”. En la imagen, escena de la película 'La noche que mi madre mató a mi padre' (2016). “Se utiliza en un ámbito de mucha confianza para acusar a alguien de prepotente y borde”, indica el mexicano Manuel Espinosa. El DLE recoge sangrón como un adjetivo propio de México, Costa Rica y Honduras y lo define como “que se aprovecha de los demás, especialmente de los más débiles”. En la imagen, escena de la película 'Cobardes' (2008). Quien profiera esta frase típicamente colombiana está dando a entender que tiene una resaca de mil demonios. “El guayabo, el árbol donde crece la guayaba, es grande y frondoso, y obviamente da mucha sombra. Cuando alguien tiene resaca, daría cualquier cosa por arrimarse a la sombra de este árbol y que nadie le molestara. También la utilizamos en otros contextos. Por ejemplo: ‘Estoy enguayabado porque mi pareja me dejó”, explica Francisco Cardona. Es decir, que es válida siempre que uno esté muy hecho polvo. En la imagen, Laura Sánchez e Inma Cuesta en 'Tres bodas de más'. No, no es un llamamiento a Ara Malikian, que seguro que es muy limpio. Se utiliza en Venezuela para hablar de alguien a quien —por contraatacar con una expresión castiza— le canta el alerón, o lo que es lo mismo, no ha visto el desodorante ni de lejos, o sea, que le huele la axila. “Si te metes en el metro, ahora en verano, te darás cuenta de que la gente tiene mucho violín”, decreta Carleth Morales. “Si a un venezolano le dices: ‘Anda a bañarte que tienes un violín insoportable’, le estás ofendiendo y lo capta perfectamente”, dice esta periodista, que opina que, como sospechamos, la postura de tocar el violín puede estar detrás de este dicho. En la imagen, Santiago Segura como Torrente. Es lo que dirías en Venezuela a alguien que te está tomando el pelo, sin maldad y sobre algo intrascendente. O sea: “No me tomes el pelo”. En realidad, señala Carleth Morales, existe cierto paralelismo con la expresión española porque se refiere al “pelo” de este ave, aunque con una acepción más escatológica (si eres de WWF –Fondo Mundial para la Naturaleza– o simplemente sensible al maltrato animal, no sigas leyendo). En las peleas de gallos, que cuentan con mucha tradición en Venezuela, cuando uno está herido y sangra, el dueño le chupa la cresta para que le suba la sangre a la cabeza y pueda seguir luchando. En la imagen, de izquierda a derecha, Carmen Machi, Dani Rovira, Aitana Sánchez-Gijón y Adriana Ozores en 'ThiMai: Rumbo a Vietnam'. No es lo que parece; tampoco pedir la vez en una fila. Equivale a decirle “¿me llevas?” a alguien que tiene coche o moto. “Aquí en España al principio me hizo pasar mucha vergüenza”, admite Carleth Morales. “Cuando estudiaba en la universidad, le dije a un compañero delante de otras personas: ‘¿Me das la cola?’. La gente se volteó, entendió que estaba diciendo algo sin mala intención, pero les sonó muy raro”. Así que quien está al volante en un BlaBlaCar les está dando la cola a los demás pasajeros… Tiene más sentido si pensamos que en Venezuela, durante la guerra de la Independencia, escaseaban los caballos y cuando se compartían, el jinete cedía a su compañero la parte de atrás, la cola. En la imagen, Gael García Bernal y Diego Luna en la película 'Y tu mamá también'. En España preferimos decir “tomarnos una copa” o “echarnos un trago”. Se emplea cuando uno tiene la intención de beberse un par de cañas o una copa, sin propósito de emborracharse. Como explica Carleth Morales, “deriva en ‘estás pasado de palos’, cuando has bebido más de dos cervezas”. Parece, según esta periodista, que la vituperable costumbre de los conquistadores españoles de apalear a los esclavos de América provocaba en estos una necesidad irrefrenable de refugiarse en el alcohol, lo que podría haber dado origen a esta frase. En la imagen, Secun de la Rosa, Blanca Suárez y Mario Casas en la película de Álex de la Iglesia, 'El Bar'. Por favor, si oyes esto bajo ningún concepto te pongas a cuatro patas y empieces a mugir. Lo que te están diciendo es que, “de cara a una actividad conjunta (un viaje, una excursión), se va a reunir dinero y a cada uno le toca pagar una parte”, nos ilustra Francisco Cardona. Sería como “poner un fondo” o “hacer una colecta”. Se usa sobre todo en Colombia y también en México. Empezó a utilizarse entre los pastores, cuando se quedaban aislados por la nieve y debían sacrificar una vaca para sobrevivir; luego tenían que rendir cuentas al dueño y descontar de sus honorarios el valor del animal. En la imagen, Carmelo Gómez en 'Vacas' (1992). En México aluden a esta fruta, en plural, cuando simplemente quieren decir “no”. “Si se te acerca un compañero de oficina y te pide que le hagas un trabajo, respondes: ‘Naranjas”. O si te invitan a una fiesta a la que no te apetece nada ir, también: ‘Naranjas’. Viene del hecho de que a los mexicanos nos cuesta mucho decir no. Te darán mil vueltas antes de decirlo. Este es un modo de negarse más suave”, explica Manuel Espinosa. En la imagen, fotograma de la película 'Miel de naranjas' (2012). En Colombia, “vaina” puede ser prácticamente cualquier objeto, de un teléfono móvil a un vaso. Como cuenta Francisco Cardona, carece de connotaciones negativas o positivas, “simplemente es una cosa, aunque también puede referirse a situaciones. Si me cuentas que has sufrido un accidente, yo te digo: ‘Ah, qué vaina que te pasara eso’. En el sentido de ‘qué fastidio”. En la imagen, Michelle Jenner en 'Tenemos que hablar'. “Se le dice a alguien que va de listo”, explica Carleth Morales Senges, periodista venezolana afincada en España y presidenta de la asociación Venezuelan Press. Es lo que soltaríamos, por ejemplo, a alguien que quiere colarse en la cola del súper. El origen, según Morales, podría estar en los tiempos en que pequeñas camionetas de helados llegaban a los pueblos de Venezuela, acompañados de una música característica. “Si querías ser el primero en salir, el más listo, te podía atropellar”, añade. En la imagen, escena de la película 'Ahora o nunca' (2015). Según el periodista mexicano Manuel Espinosa, “es una expresión típica de la zona sur de Chiapas que se usa para decirle a alguien que tiene mucho morro, que va de sobrado. Por un lado se reconoce que hay que ser echado para delante, pero sin pasarse. El cochi es un cerdo, que tiene morro, pero no tanto como para ser una trompa”. Si te lo sueltan en México, córtate un pelo, que diríamos aquí. En la imagen, Antonio Resines y Alfredo Landa en 'La marrana' (1992). Getty No va de números de lotería ni es una versión latina de “me cayó la del pulpo”. Manuel Espinosa, periodista mexicano que reside en España, nos explica el origen y significado de la frase: “Antes, en las cabinas telefónicas, debías echar una moneda de 20 céntimos, que oías caer y entonces podías empezar a hablar. Se emplea cuando quieres expresar que, de pronto, te has dado cuenta de algo o le encuentras explicación cuando hasta hace un momento no la encontrabas. Es como que se te enciende la bombilla. Como si te dieras un golpe y dijeras: ‘¡Me cayó el veinte!”. En la imagen, Fernando Fernán Gómez y Manuel Lozano en 'La lengua de las mariposas'.