¿A qué huele la buena suerte?

La suerte es toda una obsesión para la generación millennial. Muchas de las grandes estrellas de la juventud de hoy fueron descubiertas por casualidad: luciendo actitud en redes sociales, demostrando talento musical en Youtube y haciendo que su voz se escuche en todas partes. Por eso no es raro que la fragancia favorita de esa generación sea toda una oda al éxito y a la buena fortuna. Paco Rabanne 1 Million llegó a nuestras vidas en 2008 enfrascada en el menos políticamente correcto de los símbolos: un lingote de oro.

Hoy, convertida en el uniforme olfativo de la juventud, 1 Million regresa diez años después de su lanzamiento en una versión cuyo nombre, Lucky, alude precisamente a esos golpes de suerte capaces de cambiar una vida en un instante. Para ello, cuenta con una fórmula tan adictiva como la original, pero con notas ácidas, amaneradas y dulces que vienen enfrascadas en un lingote en el que, por primera vez, el oro y el platino se dan la mano. Algo, por otro lado, muy natural en una firma cuyo fundador, Paco Rabanne, aplicaba los metales a la moda con la misma naturalidad con que otros aplican lentejuelas.

Una fragancia ambiciosa requiere un embajador a la altura. Por eso, desde el año pasado, el megainfluencer Jordan Barrett ejerce como mejor amigo de 1 Million. En la nueva campaña, recorre el mundo a toda velocidad con la misma naturalidad con que comparte su vida diaria con los seguidores de sus redes sociales. Y, para celebrar el lanzamiento de 1 Million Lucky, se ha embarcado junto a otros influencers en el movimiento #MillionLuckyDance para bailar en las redes sociales con una coreografía dirigida por Tricia Miranda, que ha trabajado con Beyoncé o Gwen Stefani. Sin duda, una declaración de optimismo y energía que resume a la perfección el espíritu de una fragancia hedonista como ninguna.