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Las seis colecciones imprescindibles de los desfiles de Milán

Zapatillas gigantes, sastrería de los ochenta, vaqueros de los noventa y el regreso de los los náuticos. Esto es lo que depara la próxima temporada

Daniel García López

Los desfiles de la primavera de 2019 en Milán terminaron el lunes después de solo dos días y medio de calendario. Con las ausencias de grandes como Gucci, Bottega Veneta o Ferragamo, que hace varias temporadas se mudaron al calendario de mujer con desfiles conjuntos, la pasarela “ha pasado de ser una fashion week a ser un fashion moment”, decía el director de una publicación el viernes después del desfile de Ermenegildo Zegna. Eso sí, la mayor firma masculina de lujo del mundo aprovechó la coyuntura para subrayar que ellos no solo no se mudan a ningún sitio sino que su proyecto es digno de celebrar por todo lo alto, en una pasarela de espejo colocada sobre el agua del jardín del Palazzo Mondadori, una joya arquitectónica proyectada por Oscar Niemeyer y construida en 1975 en las afueras de Milán.

Los desfiles-acontecimiento no son lo habitual en las pasarelas de hombre, pero la colección lo merecía. Altísimos arcos de hormigón y chubasqueros termosellados. La luz del atardecer y zapatillas deportivas. Música techno y un conjunto de trinchera y pantalón en denim lavado malva. Cazadoras técnicas, chubasqueros amarillos de marinero, pantalones cargo y jerséis de punto con refuerzos de rugby. El deporte manda en 2018 y Alessandro Sartori, el director creativo de Zegna, lo ha incorporado al lenguaje de la casa junto a la sastrería y el virtuosismo con los tejidos.

Versace, más grande que el morbo

Versace genera titulares, pero esta vez no es culpa del interés por la muerte de su fundador (y por su asesino) que ha provocado la serie de Ryan Murphy, sino gracias a una colección rejuvenecida que toca todos los palos que importan la temporada que viene. A saber, el estilo rave, la sastrería con hombreras a lo años ochenta, las camisas encogidas de flores, los vaqueros anchos a lo años noventa o la última gallina de los huevos de oro de la moda masculina: las zapatillas grandes de inspiración (¿imaginación?) deportiva. También había conjuntos de chaleco y vaqueros de pitón con botones dorados y pantalones de vinilo que recordaban a las primeras colecciones de Versus, la segunda línea que Donatella Versace diseñó en los noventa, pero el conjunto no era un acto de servilismo al ADN de la casa sino la prueba de que este puede formar parte de un salto hacia delante. Y en particular, hacia conseguir que la casa facture mil millones de euros en un futuro próximo, como ha dicho recientemente su consejero delegado.

Dolce & Gabbana lo tiene todo

La cuestión del ADN ha recobrado importancia ahora que todas las firmas de lujo fabrican deportivas: hay que recordarle al cliente joven que el calzado aerodinámico con suela de 7cm que acaba de comprar se apoya en un legado de moda que para sí quisieran las marcas de deporte. Pero no edites un libro para contarlo. Como invitación a su desfile Dolce & Gabbana mandaron una pequeña televisión con un vídeo explicativo de lo que llaman #DGDNA, su cultura: Sicilia, la religión, la pasta, el barroco, el pueblo llano, la realeza. ¿Y sobre la pasarela? Tres mujeres que han acompañado a esta pareja de diseñadores desde sus inicios –Monica Bellucci, Naomi Campbell y Marpessa– y un casting de ancianos, niños, modelos de todas las edades e influencers, con Cameron Dallas a la cabeza, que desfilaron solos, en grupos o en pareja, ilustrando la variada idea de familia, y de moda, de la casa. Porque el verano que viene uno podrá disfrutar de esmóquines bordados con hilo de oro, chándal brillante, las necesarias zapatillas (las de Dolce se llaman Super King) y, lo mejor, vaqueros anchos lavados, pantalones negros de tiro alto y con pinzas (idealmente combinados con camiseta interior de tirantes, como la marca proponía en los noventa) y sastrería rústica, casi deconstruida, en tela de saco.

Prada: ¿los pantalones más cortos del mundo?

Prada no suele contar con tops en el sentido convencional de la palabra, aunque sí lanzó a Paul Hameline –el top de quienes no quieren tops– vestido con los shorts para hombre más cortos que se han visto nunca fuera de cierto tipo de bares. Siempre entre la audacia y la nostalgia de los años setenta, dos rasgos fundamentales de la ropa de Miuccia Prada, sus chicos llevaban bolsitos cruzados, camisetas floreadas, camisas con chorreras sobre cuello vuelto en colores vivos, jerséis de esquí, todo tipo de zapatillas, pantalón recto con raya planchada o gorros acolchados con orejeras. Pero también había ropa para el hombre de corazón clásico: los looks del principio, con vaquero claro, castellanos y chaqueta de ante. También había polos. E incluso vuelven los náuticos. Prada sigue siendo la marca que mejor abraza los extremos.

DSquared2 en el desierto

Como ya es tradición, el desfile mixto de estos canadienses, el domingo por la noche, estuvo seguido de una fiesta. Era lo mínimo para una colección a medio camino entre Mad Max y las patrullas del desierto llena de bombers y parcas de tela de paracaídas con cremalleras, tiras, refuerzos y paneles de tela reflectante. Este potente look se completaba con gafas aerodinámicas como para atravesar dunas en buggy, camisas deconstruidas, sastrería años ochenta (a estas alturas ya podemos decir que es tendencia), vaqueros y, por ahora, las zapatillas más grandes que hemos visto sobre ninguna pasarela. Se llaman The Giant.

Neil Barrett, a la felicidad por el deporte

Para este británico, la fusión entre la ropa del gimnasio y la de diario no es novedad, lleva practicándolo discretamente desde los años noventa, "pero nunca me había atrevido a desfilar sobre una pasarela con una colección tan deportiva. Es algo totalmente nuevo para mí". Lo decía él mismo después de haber mostrado su versión de la ropa técnica para la vida en la ciudad. Pantalones cargo, chaquetas ligeras, neopreno, estampados digitales, mucho negro y mucho caqui, pero también un poco de dramatismo –una gabardina con la cintura fruncida formando pliegues profundos en la espalda– y las habituales sutilezas –la espalda ablusada de una chaqueta de cuero, fruto de un ingenioso patronaje tridimensional–. La gran noticia de estos días fue la compra de Dries Van Noten por parte de Puig, que apunta hacia una consolidación del sector aún mayor y lanza un mensaje agridulce a los pocos nombres establecidos que todavía son independientes. Uno de ellos es Barrett. "La noticia me puso un poco triste. Cuando estudiaba tenía tres héroes a los que me quería parecer: Helmut Lang, Consuelo Castiglioni [la fundadora de Marni] y Dries Van Noten. Los independientes". Hoy, ninguno de los tres sigue siendo propietario de su marca. ¿Vendería Barrett? "Bueno. Obviamente, ellos saben más que yo. Habrá que ver".

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Sobre la firma

Daniel García López
Es director de ICON, la revista masculina de EL PAÍS, e ICON Design, el suplemento de decoración, arte y arquitectura. Está especializado en cultura, moda y estilo de vida. Forma parte de EL PAÍS desde 2013. Antes, trabajó en Vanidad y Vanity Fair, y publicó en Elle, Marie Claire y El País Semanal. Es autor de la colección ‘Mitos de la moda’.

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