‘X-Men: primera generación’ | La fiesta de fin de curso
La guardería se acaba. En fin… Ánimos con los canguros, las extraescolares y los campamentos hasta septiembre
El curso se acaba y con él también el ciclo de escuela infantil. Nuestros pequeños X-men dejarán su primer grupo y su escuela infantil de jóvenes talentos para protagonizar nuevas aventuras, solo o con otros compañeros de grupo.
Por imperativos de un calendario maléfico donde todo el estrés se junta, este fin de etapa se combina con el proceso de matriculación del nuevo centro, la operación bikini, la búsqueda con cookies chivatas de hoteles, apartamentos o cámpings, las prisas de los jefes porque quieren todo el trabajo acabado (ellos tiran de agencia y tienen las vacaciones organizadas hace tiempo) y los chats de “qué le regalamos a la profesora, más de 10 euros por persona no, tampoco nos pasemos”.
Y en vez de salvar partida y disfrutar del momento, seguimos corriendo para escapar del Monstruo de las Gestiones.
Este viernes celebramos la fiesta de final de curso en la escuela infantil (por suerte, sin orla ni birretes, aunque he oído de sitios donde ya lo hacen). Y mientras estábamos merendando, de esa manera incómoda que se merienda de pie y vigilando a los críos, y charlando con las profesoras empezaron las explosiones emotivas.
Por una parte, los padres primerizos vivimos el momento con mayor intensidad sentimental. ¿Nuestros hijos y sus amigos volverán a verse? ¿Estas amistades de abrazos y lloros tan preadolescentes aguantarán el paso del verano? ¿Coincidirán en la nueva escuela? (No sé en vuestra ciudad, pero en Barcelona, por culpa de la mala planificación del Consorcio de Educación, eso es una lotería que ni los García-Pelayo pueden descifrar y vencer).
A los que ya lleváis unos años de padres, os pregunto: ¿vale la pena luchar por conservar estas amistades, por seguir viendo a estos padres con los que has hablado cada tarde en el parque y compartido meriendas, arena en los ojos y chats para el regalo de la profesora? ¿O el ciclo de la vida continuará y cuando nos veamos dentro de unos años simplemente nos saludaremos con la cabeza, pensando “de qué me suena este”?
Las familias que ya llevaban el segundo a clase se toman el proceso como un rito de paso obligado, porque ya lo han vivido y aceptado la primera vez. Algunos incluso se marcharán sin despedirse ni prometer que nos escribiremos. Ese será el momento en que nos daremos cuenta de que tampoco hemos sabido ni cómo se llamaban ni a qué se dedicaban.
Estos años de escuela infantil ¿los recordaremos siempre con cariño o se perderán como lágrimas bajo la lluvia? Al menos nos quedará un CD de fotos que en cinco años nadie podrá ver porque ya nadie tiene lector de CD y un chat de WhatsApp del que nadie querrá ser el primero en salir.
En fin… Ánimos con los canguros, las extraescolares y los campamentos hasta septiembre.
Y felicidades por haber superado un curso más. De aquí a que acaben el doctorado nos quedan unos cuantos…
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