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Estudiar es un lujo para los niños porteadores Hoy se celebra el Día Internacional Contra el Trabajo Infantil. Elegimos un país, Perú, para mostrar una realidad que se resiste ante las leyes internacionales. En él cerca de 2,5 millones de menores trabajan. Para ellos estudiar es un reto inviable En Perú, los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática arrojan datos preocupantes: cerca de 2,5 millones de menores trabajan en el país. Para los niños de Abancay, la actividad comienza a las cuatro de la mañana en el mercado y se puede extender hasta las dos o las tres de la tarde. Llegan a realizar jornadas laborales de hasta diez horas. El trabajo de los niños consiste en cargar en una carretilla las compras de los clientes y llevarlas hasta sus casas o hasta el coche a cambio de una propina que oscila entre los 0,50 céntimos y los 2,5 soles peruanos (unos 60 céntimos de euro), dependiendo de la generosidad del cliente. El Estado Peruano ha ido avanzando en los últimos años acogiéndose a diferentes convenios para proteger la infancia, como son los de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la edad mínima de admisión al trabajo y sobre las peores formas de trabajo infantil. También cuentan con la Ley General de Inspección al Trabajo, la Estrategia Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil 2012-2021 o el Plan Nacional de Acción por la Infancia y Adolescencia 2012-2021, entre otros. Sin embargo, toda esta buena disposición para frenar la explotación se frustra por falta de recursos para su implementación. La meta es lograr que las familias valoren la educación frente al trabajo y aspiren así a un futuro mejor. Tras estas largas jornadas de trabajo los niños pueden llegar a conseguir una media de unos 20 o 25 soles diarios que equivalen a unos seis euros.
¿Por qué trabajan? El principal motivo que lleva a la población infantil peruana a realizar actividades económicas es la necesidad de complementar el ingreso familiar en un 27% de los casos, seguido de un 19,8% que lo hace para adquirir habilidades y destrezas, y de un 18,3% que lo hace para ayudar en el negocio familiar. En Perú más de cien mil niñas, entre 14 y 17 años, se dedican al trabajo doméstico, según el registro oficial de la Encuesta Nacional de Hogares (ENHAO). A partir de los 14 años, esta actividad es casi exclusivamente femenina, por debajo de esa edad, la realizan tanto niños como niñas. Muchos de estos pequeños abandonan sus estudios para trabajar en las calles, exponiéndose a la inseguridad. Algunos de ellos combinan el trabajo y la escuela pero con un bajo nivel de aprendizaje, ya que sus empleos y la inversión de energía que estos requieren les impiden rendir correctamente. Perú es un país donde alrededor del 70% de su población económicamente activa se gana la vida en trabajos informales. Cuenta con casi 2,5 millones de niños trabajadores según la Organización Internacional del Trabajo, y con alrededor de otros 600.000 trabajando en la minería informal según el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA). Abigail lleva desde los ocho años ayudando en el puesto de su madre, donde vende frutas de temporada, normalmente sandías, plátanos, piñas o tunas. El trabajo infantil afecta al 12,1% de los niños peruanos entre cinco y nueve años, al 29,3% entre 10 y 13 años y al 40,5% de la población adolescente entre 14 y 17 años. Los empleos más comunes desempeñados por los menores son la venta de golosinas, de periódicos y de fruta, el limpiado de zapatos, cargar la compra, la minería y la construcción.
El desgaste físico de los menores les resta tiempo para el estudio o la recreación. Además, los estudios realizados sobre la materia demuestran que los niños que trabajan a temprana edad sufren hasta tres años de retraso escolar.
El desarrollo económico del país debería servir para superar esta realidad y hacer que los niños puedan dedicarse a estudiar, jugar y formarse adecuadamente. La pobreza es causa del empleo temprano y, también, su consecuencia.