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Máxima de Holanda, la reina de la sonrisas y las lágrimas

La muerte de su hermana Inés, a los 33 años, escribe un nuevo capítulo de las desgracias en la vida de la reina

Máxima de Holanda en mayo de 2015.
Máxima de Holanda en mayo de 2015.GTRESONLINE
Isabel Ferrer
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Desolada y conmovida por la muerte de su hermana pequeña, Inés Zorreguieta, la reina Máxima de Holanda ha anulado sus compromisos hasta nuevo aviso. La soberana es la mayor de cuatro hermanos, dos chicos, y dos chicas, y se llevaba 13 años con Inés. Los Zorreguieta Cerruti son una familia unida, y suele decirse que Inesita, su apelativo cariñoso, era su favorita. Tal vez sea un recurso fácil, pero es cierto que la cuidaba, seguía sus pasos e intentaba protegerla. La Casa Real holandesa ha señalado “un posible suicidio”. No lo afirma, sobre todo porque las investigaciones están en marcha, pero usa la palabra sin eufemismos. Inés había padecido anorexia y las consecuencias de una dolorosa ruptura sentimental, y aunque la vida de su glamurosa hermana mayor parece reflejar el lado radiante de la vida, no todo ha sido fácil para la esposa del rey Guillermo Alejandro de Orange.

Máxima de Holanda conoció a Guillermo en 1999, en la Feria de Sevilla, sin saber que era príncipe. Buen comienzo para un cuento de hadas moderno. Inés tenía entonces 14 años y había compartido su cuarto con Máxima durante la infancia. Queda para los anales familiares de los Orange la frase de Guillermo a su madre, la entonces reina Beatriz: “Confía en mí”, le dijo. La prensa holandesa se hacía ya eco de la biografía de Jorge Zorreguieta, el padre de Máxima, que fue secretario de Estado de Agricultura durante la dictadura argentina del general Videla. Como era un civil, el progenitor siempre mantuvo que no sabía nada de los desaparecidos. El rechazo del Parlamento holandés a tener una reina consorte con esa familia fue rotundo. La ciudadanía, que separaba a la hija de los posibles contactos del padre, no sabía bien qué pensar. El problema se suavizó cuando Michiel Baud, un catedrático de Estudios Latinoamericanos, concluyó que Zorreguieta padre “debía estar al tanto de lo que ocurría, pero no estuvo directamente involucrado”. Entretanto, el tiempo corría, y Máxima aguantó firme su dolor ante las inesperadas consecuencias de su amor principesco.

Inés Zorreguieta con su padre, Jorge, en junio de 2018.
Inés Zorreguieta con su padre, Jorge, en junio de 2018.GTRESONLINE

Salvado el escollo parlamentario, que dio el visto bueno, pero impidió la presencia en la boda real de sus padres, Máxima encaró a sus compatriotas de adopción. Para sorpresa, muy grata, de todos, el día de su presentación oficial como novia del entonces príncipe heredero, habló en un holandés fluido. Satisfacción general y éxito personal garantizado, porque los holandeses son los primeros en admitir, con cierto orgullo, que su lengua no es fácil. Aunque pueda sonar cursi, las sonrisas de ese día acabaron en lágrimas el 2 de febrero de 2002. La pareja contraía matrimonio en la Iglesia Nueva, de Ámsterdam, y sin sus padres, la novia estaba algo huérfana. Cuando el acordeonista holandés Carel Kraayenhof interpretó el tango Adiós, Nonino, el favorito de Jorge Zorreguieta, Máxima lloró despacio. Fue tan sincero, que se ganó de golpe a los holandeses. Para cuando la pareja saludó y se besó en el balcón, la gente la vitoreaba.

El día de su boda pasaron casi desapercibidos sus tres hermanos Zorreguieta Cerruti, y sus tres hermanas del primer matrimonio paterno. Inés, que tenía entonces 17 años, le llevó la cola del vestido. Empezaba a tener problemas con su peso y era muy tímida. Y Máxima pidió a todos en palacio que la dejaran tranquila. Cuando acabó el bachillerato, Máxima estuvo presente en la ceremonia. Lo mismo ocurrió al licenciarse Inés en Psicología, en 2010. Aunque le brindó la oportunidad de pasar una temporada en Ámsterdam, ella prefirió trabajar como analista de investigación de Naciones Unidas, en Panamá. En 2012, fue internada en una clínica por sus problemas de alimentación y depresión. El 2013 recayó, y Máxima, que viaja con frecuencia a ver a su familia, ponía especial interés en estar con su hermana. Las críticas por haber conseguido un empleo en el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales de la Presidencia de la Nación, en Buenos Aires, no fueron fáciles de asumir. El propio Gobierno argentino admitió que se trataba de un caso especial, pero no pudo evitar la mención a un supuesto enchufe por ser la hermana de la reina holandesa.

Cuando la salud de Jorge Zorreguieta´, fallecido de leucemia en 2017, se agravó, Máxima viajó en varias ocasiones a Argentina. Sus momentos con Inés seguían siendo irrenunciables. Este jueves, Máxima de Holanda ha cerrado su agenda por ella. Su desconsuelo es total.

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