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Tentaciones

Hola, soy Fotolog: vengo con 752 fotos tuyas de hace diez años (y 11 cosas que recordarte)

La primera red social de imágenes reabrió ayer entre la emoción y la vergüenza ajena de sus antiguos usuarios

Isabel Valdés

“Fotolog ha vuelto”. Una frase que ayer provocó algún que otro sudor frío. Tres palabras que vinieron acompañadas de alguna que otra cara de pánico. Si tenías Fotolog, sabes por qué. Volvió la red de esa primera década del siglo XXI y con ella el pavo que cada uno cargaba en aquel momento, la inseguridad y la preocupación por qué pensarían los demás. Porque Fotolog vuelve, pero no viene de vacío, no.

Nuestra Miss Festivales ha tenido a bien cedernos uno de los antiguos 'flogs' en los que aparecía: es la de abajo a la derecha.
Nuestra Miss Festivales ha tenido a bien cedernos uno de los antiguos 'flogs' en los que aparecía: es la de abajo a la derecha.

Viene cargadito de recuerdos (de flogs) y la mayoría no sabíamos qué nos íbamos a encontrar cuando volviésemos a entrar en nuestro usuario, o si seguía existiendo nuestro usuario, o si lo habíamos borrado, o si alguien de ese pasado —o peor, de este presente— había echado un vistazo ya a nuestro perfil. Reconozcámoslo, todos tenemos algo ahí subido que preferiríamos que hubiese ardido en el infierno.

“Tú tú tú tú tú, que esto está abierto otra vez y no yo no sé cómo borrarlo”. Eso fue un WhatsApp nocturno. Con un montón de emojis de caras llorando y de susto. Era una amiga aterrorizada porque el mundo viese que hace 12 años pesaba 12 kilos más y tenía algún grano y un amor desmesurado por aquellos pantalones poligoneros de colores chillones y una campana que servía para barrer la Gran Vía de una pasada.

“¡¡¡¡Dioooooossss!!!! JAJAJAJAJAJA, dime que has entrado ya en el Fotolog. Llevo tol’ día mirando y no puedo parar”. Eso fue otro WhatsApp nocturo. Con un montón de emojis de caras muertas de la risa, dos bailaoras, una caca y un pez (el pez tiene su historia, pero es otra). Era de otra amiga que también pesaba 12 kilos más, también tenía granos y un amor desmesurado por las cintas anchas del pelo, los collares de bolas que parecían perlas pero eran plástico y ese flequillo que consistía en dos trozos de pelo largo sacados de una coleta híper estirada.

El retorno a Fotolog se dividió ayer entre los que aceptaron su pasado y los que no. Pero fue algo más momentáneo que de fondo, porque claro, la red volvió como se fue, de sopetón, y que te planten en la cara antiguos cortes y colores de pelo, estilismos dignos de una galería de los horrores, exnovios, examigos o ex todo lo que se te ocurra, pues sí, como mínimo inquieta un poco.

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Esa página que casi todo el mundo tenía con colores estridentes o de un negro lutesco nació en 2002. Los sms eran nuestro WhatsApp, nos pasábamos fotos por MMS (no muchas, que costaban un poco más que los mensajes) y hacíamos fotos con cámaras digitales que nos enganchábamos en la muñeca para pasear el bar, el botellón y el pub o la discoteca de después. Internet estaba en pañales, teníamos Messenger. ¿Facebook? ¿Instagram? A esas todavía ni las olíamos. Pero teníamos blogs y Fotolog servía para mostrar a nuestros amigos, a nuestros amores, a nuestros perros, nuestros viajes o nuestras noches locas de litrones y calimocho y pipas en un banco del parque. Solo una vez al día y acompañado de un texto, cuya extensión e intensidad dependía de cada uno. Y luego, en España, se mezcló con Tuenti, otro baúl lleno de maravillas que sí nos avisó de que se marchaba y nos permitió descargarnos en un zip nuestros primeros viajes con amigos, las excursiones de fin de curso y los viernes y sábados en los que nos tuneábamos como si fuésemos a alguna alfombra roja (o eso creíamos).

El caso es que Fotolog cerró en 2016 sin previo aviso, y, aunque muchos ya ni nos acordábamos de aquella página, fastidió un poco no poder hacer un rescate de material. Y ayer, 30 de mayo, se presenta de nuevo. ¡Y boom! Vienen varias cuestiones más o menos serias a tratar, que preguntarse y sobre las que reflexionar, ya como adultos.

1 Te das cuenta instantáneamente de los años que tienes. Maravilloso. Y si tienes suerte tienes a alguien al lado que no sabe lo que es Fotolog porque nació más allá de los noventa. Sí, hay gente que nació en los noventa, hombres y mujeres ochenteros, de hecho, este año son mayores de edad los que nacieron en el año 2.000. Esto es una obviedad que a más de uno le encoge el estómago.

2 Mis fotos han estado todo este tiempo alojadas en el servidor de Fotolog. Más de una década, sí. Probablemente cuando aceptamos aquellos términos de uso en algún párrafo intermedio venía una frase que te explicaba que estaban chupando parte de tu alma y que se la quedarían para siempre. Pero no la leímos. Y seguimos sin hacerlo.

3 Mi usuario era algo tipo esha_rubita_con_white_label y he de aceptarlo. Hay variantes más o menos humillantes: nicks que tenían que ver con Pokemon, con canciones de Alejandro Sanz, con nuestra extremada belleza o nuestro lado más oscuro. Encontré ayer a un examigo que era principedelanocheoscura1982. Hoy ya no está y lo entiendo perfectamente.

4 Hace más de una década usaba Hotmail y no Gmail. Todavía tengo esa cuenta y también tiene un nombre que prefiero que no salga a la luz / no me acuerdo ni de la cuenta y a ver cómo entro ahora en mi usuario.

5 No me acuerdo de mi usuario pero me acuerdo del que no debería. Del de mi novio/novia/persona de la que estaba totalmente enamorado/enamorada y jamás se lo dije de cuando tenía 18.

6 ¿Y si quién no debería sí se acuerda del mío? ¿Qué pasa si ese novio/novia/persona de la que estaba totalmente enamorado/enamorada y jamás se lo dije de cuando tenía 18 ya ha entrado en mi usuario?

7 Escribía como si no supiese escribir. Con mayúsculas y minúsculas intercaladas, sin comas y con millones de puntos, acortando y alargando las palabras, inventándome sufijos o prefijos, metiendo haches a diestro y siniestro y estrellitas y símbolos para adornarlo todo. Y así superé Selectividad.

8 Usaba el Fotolog como si fuese un diario. Pasé del que me regalaron en la comunión y que guardaba debajo del colchón bien cerradito con un candado dorado y de un tamaño ridículo a contar mis tristísimas penas en un párrafo debajo de una foto desenfocada, o debajo de una foto que si hubiese existido Getty o Pexels otro gallo hubiese cantado, o debajo de collages horteras. Y por supuesto no nos preocupaba en absoluta la cuestión de los derechos de imagen.

9 En algún momento pensé que el mundo necesitaba saber más de una vez al día de mí. Así que me hice una cuenta Gold para poder publicar más de una foto diaria.

10 ¿Dónde estarán muchos de los que aparecen en mis fotos? VS Madre mía, llevo tres/cuatro décadas saliendo cada fin de semana con la misma gente. 

11 Mi madre ya ha visto mi Fotolog. Ha estado más espabilada que yo y ha descubierto pruebas fehacientes de mis mentiras y hazañas adolescentes. Y me ha enviado un WhatsApp para comentarlo.

Otro que nos ha cedido permiso para publicar su fotolog, este es Javier A. Fernández en 2007.
Otro que nos ha cedido permiso para publicar su fotolog, este es Javier A. Fernández en 2007.

La vuelta de Fotolog ha sido un momento, más breve o más extenso, de distensión en nuestra vida actual, probablemente con algún trabajo precario, tal vez hijos o hipotecas, o la imposibilidad de tener ninguno de los dos, y preocupaciones que van más allá de tener que ir a septiembre con dos asignaturas. No vivíamos enganchados al móvil ni teníamos el síndrome de estar perdiéndonos algo continuamente, nuestras fotos se movían normalmente en un radio de no más de 100 kilómetros, no había influencers, ni youtubers, ni instagramers. Bueno, había fotologers, sí, pero no tiraban de cheque.

La vida era otra cosa, sí. Fotolog fue nuestro primer remojo en el mundo virtual a través de los mamotretos de PCs de mesa que teníamos, con suerte, en la habitación, y si no en el salón. Ahora que compartimos ese mundo a medias con el carnal, miramos esa renovada página con un poco de pena y un poco de nostalgia (y un poco también de vergüenza, no pasa nada).

Y como al parecer nuestra generación no puede resistirse a lo retro, hemos vuelto a abrirla. Eso sí, borrando alguna imagen, cambiando el nombre de usuario y migrando el correo asociado a Gmail.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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