Niños con mutismo selectivo: cuando el silencio te atrapa
La fobia a hablar se puede confundir con timidez. Este trastorno se da cuando esta conducta dificulta el desarrollo de la vida cotidiana del pequeño
¿Su hijo experimenta algo similar a un cortocircuito comunicativo que le impide hablar en determinadas situaciones, contextos o con personas concretas? Puede deberse al mutismo selectivo, “una variedad de trastorno de ansiedad que puede ser hereditario y se puede comparar con una timidez extrema. Afecta a alrededor de uno de cada 1.000 niños, aunque de manera poco habitual, puede mantenerse durante la adultez y se considera como un trastorno cuando se manifiesta durante más de un mes de tiempo”, explica Iván Carabaño Aguado, médico adjunto del servicio de pediatría en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.
El mutismo selectivo “es más habitual en niños que en niñas y, si persiste cuando la persona llega a la edad adulta, se manifiesta como una fobia social con ansiedad y miedo a hablar en público”, comenta, Carla Valverde García, psicóloga clínica infanto-juvenil del Centro de Salud Mental de Majadahonda (Madrid), que recomienda “buscar orientación y trabajar de manera precoz con el niño, porque es habitual que las familias den poca importancia al hecho de que su hijo/a se bloquee al hablar en determinadas situaciones y consultan a los especialistas tarde, ya que a partir de los 10 años el pronóstico es menos favorable”, añade la psicóloga.
Cuando hablar se convierte en una fobia para el niño
"No estoy en silencio porque no quiera hablar. Me gustaría hablar con libertad, pero es muy difícil y complicado. Sufrir mutismo selectivo te hace sentir como si estuvieras viviendo tu vida en una caja. Puedes ver y escuchar a través de la caja , pero no la puedes abandonar. Da igual lo que te esfuerces. Puedes gritar dentro de la caja, pero nadie puede escucharte. No pueden oírte llorar cuando estás herido o asustado". Es el testimonio que recoge la Asociación Española de Mutismo Selectivo y Trastornos de Ansiedad, AMSTA, a través de Sabrina Branwood, que ha padecido mutismo selectivo durante su infancia y ahora tiene 35 años.
Retrato de un niño/a con mutismo selectivo
Los niños con mutismo selectivo sienten como si estuvieran siempre en un escenario, y experimentan los mismos síntomas que las personas con pánico escénico. Algunos niños pueden tener respuestas físicas frente a la pesadilla que les supone enfrentarse a hablar en público, por lo que pueden tener: náuseas, vómitos, diarrea o dolor de cabeza antes de ir hacia al colegio o a algún encuentro social. Algunos de los comportamientos que indican que el niño manifiesta mutismo selectivo son:
- El niño deja de hablar con algunas personas, en determinados contextos o situaciones sociales, como en el colegio o cuando hay reuniones con personas desconocidas.
- La comunicación oral se produce con normalidad al menos en un entorno o contexto, como en casa.
- La incapacidad del niño para hablar interfiere en su capacidad para desenvolverse con soltura en su vida diaria, como en las relaciones sociales o el ámbito escolar.
- El bloqueo al hablar persiste durante al menos un mes.
- El mutismo no está causado por un trastorno de la comunicación (el tartamudeo) y no se manifiesta como consecuencia de otras circunstancias, como el autismo.
Cómo ayudar desde casa al niño con mutismo selectivo
Es aconsejable que los padres eliminen presiones y expectativas con respecto a que el niño/a hable. Conviene que se muestren empáticos son su hijo/a y que le transmitan que comprenden su miedo y dificultades para expresarse en determinadas ocasiones. Desde casa, se puede ofrecer seguridad, comprensión, apoyo, motivación para superar las dificultades y paciencia. Otras pautas que los padres pueden tener en cuenta para ayudar a sus hijos con mutismo selectivo son:
- Evitar decir al niño que es tímido, porque los roles que nos imponen tienden a consolidarse y resulta difícil escapar de ellos.
- Ayudar a desarrollar al niño/a el carácter empático para que comprenda que si una persona nos habla y no le respondemos, ofrecemos la imagen de que somos despectivos o estamos enfadados y podemos hacer sentir mal a la otra persona.
- Evitar regañar al niño/a por no hablar, porque además de que se siente presionado, se corre el riesgo de que el niño también lo utilice como forma de llamar la atención.
- Huir de la sobreprotección (evitar hablar en nombre del niño), así como fomentar la autonomía (vestirse solo, poner la mesa, recoger su habitación) y la socialización de los niños desde una edad temprana. Ofrecerle ocasiones para que amplíe su círculo de amistades y relaciones sociales.
- Premiarle y felicitarle cuando rompe sus barreras y miedos y consigue avanzar a la hora de hablar con personas y en situaciones y contextos que le resulten complicados y novedosos.
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