Asaltar los suelos
Pablo Iglesias es incapaz de rentabilizar su producto político rompedor en un mercado en condiciones inmejorables
Pablo Iglesias es un gran emprendedor, pero un pésimo gestor. Detectó antes que nadie una necesidad social latente: el descontento con la política tradicional. Pero la historia de la tecnología enseña que con una buena idea no basta.
Se requiere una buena ejecución. Si no, que se lo pregunten a Napster, MySpace o Blackberry. Un visionario genial tiene que ser contrarrestado por otros directivos con los pies en la tierra que puedan contener las prisas del gran líder. Porque, en la vida, como advierte el arriero de la ranchera, lo importante no es llegar primero, sino saber llegar.
Y Pablo Iglesias no sabe. Es incapaz de rentabilizar su producto político rompedor en un mercado en condiciones inmejorables. En primer lugar, porque la socialdemocracia atraviesa una crisis histórica. Los socialistas han desaparecido en Grecia, Italia y Francia. Y son superfluos en muchas ciudades españolas. Pero siguen vivos allá donde se enfrentan con Pablo Iglesias.
Segundo, porque, como revela el último Eurobarómetro, los europeos ya no ven con escepticismo a la nueva política. Más de la mitad de los encuestados cree que los partidos emergentes pueden encontrar soluciones mejores que los partidos tradicionales a los problemas sociales. Y, entre los españoles, el apoyo a los nuevos partidos es todavía mayor.
Pero, con el viento a favor y la corrupción agrietando como nunca a la vieja casta política, Iglesias no aspira a ocupar La Moncloa. Ni a reemplazar Ferraz. Ahora se conforma con repeler el ataque de los anticapitalistas a una cúpula dirigente de Podemos aislada de la realidad en su particular Galapagar. Iglesias no ha entendido la fórmula del éxito de la nueva izquierda, utilizada con maestría por Tsipras, Carmena o Colau: cooptar a representantes de las clases medias, incluyendo antiguos cuadros medios socialistas.
Algún día habrá que agradecer —o culpar, dependiendo del gusto— a Iglesias por abrir el camino del triunfo a otros. Como Napster a Spotify, MySpace a Facebook o Blackberry a los iPhone. Pero ahora alguien le tiene que recordar que ya no es un motor sino un lastre para asaltar los cielos. @VictorLapuente
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