Otro récord para la viuda de Steve Jobs: compra la casa más cara de San Francisco
Laurene Powell, comprometida con las leyes que afectan a los inmigrantes en Estados Unidos y filántropa, ha pagado 17 millones de dólares por la vivienda con vistas al Golden Gate
Ser una de las mujeres más ricas del mundo con una fortuna que la revista Forbes calcula en 18.800 millones de dólares, da para comprarse la casa más cara de San Francisco y además para ser generosa y filántropa. Es el caso de Laurene Powell (55 años), la viuda de Steve Jobs, el fundador de Apple, y la principal heredera de su multimillonario patrimonio. Powell acaba de adquirir una vivienda de 600 metros cuadrados de cuatro plantas situada en frente a la bahía de San Francisco y con vistas al mítico Golden Gate por la que ha pagado 17 millones de dólares (14,5 millones de euros) cuya compra firmó el pasado mes de abril después de regatear casi 400.000 dólares al vendedor. Porque por muy rico que se sea tampoco se trata de pagar por las cosas más de lo que valen.
Lauren Powell también es propietaria de uno de los yates más exclusivos del mundo, el Venus, un barco de 78 metros de eslora diseñado por Philip Starck que el genio de Cupertino encargó a los astilleros Feadship antes de morir y que no llegó a ver navegar.
Pero Powel, que tuvo tres hijos con Jobs, Erin, Eve y Reed, no es solo una rica heredera que gasta el dinero sin ton ni son. Ella misma ha dicho que ve el dinero como “una herramienta, pero no es algo que forma parte de lo que soy”. Su marido tenía fama de contradictorio, arrogante, vulnerable y no excesivamente generoso con las causas sociales ni especialmente implicado en batallas por las decisiones de los políticos. Ella era su contrapunto en este aspecto y lo sigue siendo tras su desaparición. La pareja se conoció en la universidad de Stanford en una conferencia que dio allí Jobs. Se casaron en 1991 en un hotel del Parque Nacional de Yosemite en una ceremonia oficiada por un monje budista y él siempre habló de su esposa con admiración: “No podría haberlo hecho mejor, porque Laurene no solo es inteligente y hermosa, es una muy buena persona”.
Por eso se preocupa de que además de disfrutar de su fortuna, esta sirva para tener un impacto social. Desde 1997 trabaja como cara visible de College Track, una ONG centrada en ayudar a que los jóvenes estadounidenses con bajos ingresos a acceder a la universidad. En el año 2000 fundó Emerson Collective, una plataforma que realiza donaciones e inversiones en proyectos centrados en la migración, la justicia social y la educación.
Simpatizante del partido demócrata, en las últimas elecciones presidenciales participó en la campaña de Hillary Clinton a quien considera su amiga. Y desde la llegada de Donald Trump se ha convertido en una de las personas influyentes que da la cara a favor de los inmigrantes, especialmente los jóvenes conocidos como dreamers, frente a las políticas restrictivas del actual presidente estadounidense. El propio Steve Jobs era de origen sirio, una de las nacionalidades que la orden migratoria de Trump quiere vetar, y su privilegiada posición la permite reunirse cara a cara con el presidente para expresarle sus inquietudes. La última de estas reuniones se celebró la semana pasada y aunque el contenido de la misma no se ha desvelado, se sabe que hablaron de educación e inmigración sin cerrar acuerdos.
Que la educación es una de sus preocupaciones queda patente en que en 2015, por ejemplo, donó 50 millones de dólares a XQ: The Super School Project, un proyecto centrado en modernizar las escuelas públicas de San Francisco. Su dinero también ha servido para que el estudio de Joan Miró en Mont-roig del Camp (Tarragona) se convirtiera en un museo, aunque en este caso se trató de un incentivo económico que llegó de forma indirecta. Joan Punyet Miró, nieto y responsable de su legado artístico, actuó como mediador para conseguir la venta de uno de los cuadros americanos de su abuelo, que el comprador adquirió por 35 millones de euros. Su nueva propietaria no fue otra que Lauren Powell, y la comisión que recibió el nieto del pintor por su gestión -400.000 euros- la donó a la Fundació Mas Miró de Mont-roig, que pudo así desbloquear el proyecto y continuar las obras de transformación del estudio del pintor.
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