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Tentaciones
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‘Indies’ a pesar de todo

Dorian, que acaba de publicar 'Justicia Universal' en 8 países a la vez y tiene por delante una gira por 55 ciudades del mundo, sigue apegado a su manera alternativa de hacer las cosas

Belly Hernández y Marc Gili, del grupo Dorian, en el bar Calavera de Madrid.
Belly Hernández y Marc Gili, del grupo Dorian, en el bar Calavera de Madrid.Jaime Villanueva
Pablo León

Vivimos tiempos líquidos. “Volátiles”, añade Marc Gili, compositor, letrista y voz de Dorian. Habla de la cultura, de la política, de las relaciones personales, de la música... En Dorian tienen la premisa de que hablan de todo lo que les interesa. Se lo han ganado. “Todo es tan inestable, que tener un proyecto artístico que supera los diez años de vida y que sigue creciendo es un privilegio”, dice el músico. También tiene algo de rareza: Dorian —que acaba de publicar Justicia Universal en 8 países a la vez y tiene por delante una gira por 55 ciudades del mundo— comenzó a publicar en un sello minúsculo de Barcelona. Y ahí siguen. Nunca han estado en una multinacional, se ha mantenido fieles a lo independiente.

O por lo menos a la manera indie de hacer las cosas. “La palabra indie se ha manoseado mucho y las palabras se gastan. Para nosotros significa tener un control exhaustivo de todos los procesos de creación y administración de nuestra música". El grupo, formado por Marc Gili, Belly Hernández, Bart Sanz, Ramón Aragall y Jordi Gorro, se ha hecho mayor. Sus seguidores, también. “Pero tenemos la suerte de que Dorian es una banda que cada cinco años penetra en la gente más joven —en los veinteañeros— sin perder a su público primigenio. "Dorian fluye en todas las edades y tenemos un publico totalmente transversal”, explica Gili. 

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Describen a su audiencia más joven como desprejuiciada y abierta: “Nos gusta cómo se aproximan a la música, están menos ligados al hecho de querer pertenecer a una tribu”. También son líquidos, claro: Trascienden el formato físico y practican la playlist, YouTube o Spotify. Ellos palpan a sus seguidores en los conciertos, pero hablan con ellos en las redes: “Las manejamos nosotros y nos gustan porque están vivas. Es una herramienta estupenda: que tu público,  desde cualquier parte del mundo, pueda compartir contigo el efecto que tiene tu musica en ellos es alucinante porque le da mucho sentido a todo”. Toma la palabra Belly Hernández, teclista del grupo. “A la gente le gusta ser protagonista y en las redes pueden explotar eso. Por eso es una buena herramienta para comunicar. Andy Warhol lo vio claro”. Dorian intenta ajustar el uso de las redes a su propio ritmo. “Intentamos que no nos roben más tiempo del requerido. Nos gusta tocarnos, mirar a la gente a los ojos”, continúa Hernández.

Justicia Universal suena a Dorian en estado puro: algo electrónico, oscuro y brillante (por causas diferentes), buenrollero a la vez que deprimente... Han pasado 14 años desde la publicación de 10.000 Metrópolis, germen de 10.000 metrópolis vs. 10.000 metrópolis remix, que incluía un disco de remezclas electrónicas. Con estos trabajos se les abrieron las puertas de los festivales, entraron en el circuito. En 2006 lanzaron El futuro no es de nadie. La segunda canción era Cualquier otra parte. (La acabas de tararear y lo sabes. No hay más que decir). Tras el éxito, subidón con La ciudad subterránea (2009) y La velocidad del vacío (2013). Luego vino el silencio: cinco años sin componer. Pero eso no significa que estuvieran parados.

En 2015, celebraron una década en activo y grabaron Diez años y un día, un autohomenaje a sus mejores temas. El año pasado fueron, como siempre, plato gourmet del menú festivalero. Y antes de ponerse a promocionar su nuevo trabajo, han surcado Estados Unidos: Chicago, Denver, San Francisco, Los Ángeles... “Nuestro público allí trasciende la lengua: nos escucha gente a la que le gusta la música independiente”, dice Hernández. “Es un país súper vibrante. Ha sido una gira estupenda”, agrega. Ella también habla de todo: de Trump, de la división del país, de la consolidación del castellano o de la legalización de la marihuana en algunos estados. “La gente fuma porros por la calle; los venden montados”, comenta. “La sociedad estadounidense es muy elástica y absorbe los nuevos tiempos con una naturalidad pasmosa”. 

Cuando Dorian nació, ser indie era una cosa de desgraciados. Ahora es tendencia y ellos han pasado de ser una banda a convertirse en un fenómeno. Para algunos, en culto. Sus temas son clave en ese éxito, pero también su actitud. “No hay edad para ser indie”, incide Gili, que va al origen de la palabra, a la independencia de hacer lo que les apetece. “Estamos acostumbrados a hacer las cosas con nuestros tiempos, a nuestro ritmo y preferimos seguir siendo libres. Además, en nuestros trabajos hemos sentado las bases de una ética y una moral frente a la industria de la música que ha sido inseparable de nosotros”. Gili hace referencia a las propuestas —“agradables y educadamente rechazadas”— que les han hecho varias discográficas con intención de ficharles. “Hemos preferido crear una red internacional de sellos independientes con los que trabajamos; una estructura internacional e independiente, lo que es bastante inusual. Da mucho trabajo, pero nos enorgullece mucho estar en ella”, explica.

Portada de 'Justicia Universal', nuevo disco de Dorian
Portada de 'Justicia Universal', nuevo disco de Dorian

Dorian es una banda con cierto toque político. Si hasta ahora no era evidente, con Justicia Universal, que también es el nombre de una canción del disco, lo quieren dejar claro: “Este tema habla de la corrupción política, de los paraísos fiscales y del cambio climático. Y no es baladí que todo esté en la misma canción. La parte más egoísta y a la derecha del capitalismo, que sería el neoliberalismo salvaje, está ganando la partida para desgracia de la sociedad. Y si seguimos por esta senda es posible que en 30 o 40 años tengamos gravísimos problemas; es factible que la Humanidad termine este siglo. El ser humano tiene una capacidad asombrosa de mirar hacia otro lado y con el cambio climático está pasando”, opina Gili. “La política está compinchada con el lado oscuro”, continúa.

No así la sociedad, que considera que va por buen camino y que es más avanzada en temas como el feminismo, el racismo o los derechos del colectivo LGTBIQ. La política en España le parece que está adquiriendo tintes berlanguianos y fellinianos: “Las banderas, el himno, las divas, las lágrimas...”. Sí, habla de Ciudadanos, “el peligroso discurso de la derecha posmoderna del siglo XXI”. “No tenemos pelos en la lengua”, reitera su compañera: “damos nuestras opiniones y nos vinculamos a las causas políticas, pero nunca a un partido político”. 

Su ecléctica audiencia no siempre se toma bien esa carga política. “En alguna ocasión, cuando nos hemos posicionado, algún seguidor no lo ha visto bien y nos ha mandado callar. Parece que no les gusta que una banda de música tenga opiniones. Creen que los músicos solo tienen que hacer temas, pero no se dan cuanta de que la política está en todo. También en la cultura. Tenemos seguidores con posturas muy diferentes ante la vida. Pero si nos escuchan, si les gusta nuestra música, es que conectan con nosotros, que cala nuestro mensaje, que nos entienden”, agrega Hernández. “La música es un arma cargada de futuro”, suelta Gili. 

La madurez de Dorian se percibe de manera notable cuando hablan de sus amigos. Lo hacen en el tema Algunos amigos, o el resumen de lo que pasa cuando metes en la misma ecuación colegas y tiempo. “Es la visión de la amistad con cierta madurez”, resume Gili, que también describe la amistad como algo líquido. “Los amigos vienen y van. Las personas que son importantes en tu vida, lo son en un espacio tiempo determinado. Cuando esas condiciones cambian, algunas se quedan siempre; otras desaparecen. También los hay que regresan años después. Nosotros y nuestra visión del mundo también cambia. Por eso no hay que entristecerse por no conectar con alguien que fue un gran amigo en el pasado: igual estas en una película diferente y no pasa nada. Esta canción habla, justamente, de esa dimensión poliédrica y cambiante de la amistad”, explica.

Frente al amigos para siempre, el tema se centra en los amigos que vienen y van. Porque en realidad, la vida se parece más a esto último. Dorian lo saben: el tiempo ha pasado, se han hecho un poco mayores. Eso sí, siguen molando. Siguen siendo indies de pura raza. Siguen siendo ellos. 

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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