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harry pater
Columna
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‘Solo en casa’ | Preparados para la invasión de bebés

Nuestra hija cada día nos explica los planes que hará cuando vengan a jugar y a dormir los de su clase, que son 18

Cuanto más olvidado tenga un juguete tu hijo, más lo defenderá a muerte cuando vengan invitados.
Cuanto más olvidado tenga un juguete tu hijo, más lo defenderá a muerte cuando vengan invitados.

Tu casa está en peligro y aún no lo sabes.

Sé que esta frase suena a anuncio de alarmas de seguridad, pero los niños son muy de invitar a casa como si fueran promotores de discoteca o repartidores de flyers de restaurantes y los otros niños son muy de apuntarse.

Nuestra hija cada día nos explica los planes que hará cuando vengan a jugar y a dormir los de su clase, que son 18. Con qué jugarán, qué verán en la tele y cómo se distribuirán para dormir, como si tuviéramos un campamento en casa. Y con la ilusión que le hace… aceptamos en pequeñas dosis, porque ¿qué puede salir mal?

Nuestro piso es un recinto cerrado a prueba de niños, del que no se escaparán, y aunque pongamos mucha merienda, siempre sale más barato que unos trozos de tarta en un bar, que al final lo toquetean y te lo tienes que comer y pagar a disgusto.

El problema es que pueden destrozar tu fortaleza.

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Quizá has conseguido que tu pequeño no pinte las paredes o no salte encima del sofá. Pero cuando los otros niños que no tienen esas consignas lo hagan, el tuyo se unirá al momento y después lo probará en su tiempo libre.

También le entrarán las ansias posesivas y saldrá a lo Clint Eastwood con la escopeta ordenando a sus amigos que aparten sus manos de sus juguetes. Esos que tenía olvidados durante meses y que ahora son su tesoro más preciado. Normalmente, esto acaba en pelea y los padres tienen que intervenir.

¿Todos los padres? No. Porque los invitados suelen quedarse sentados y de repente te conviertes en Los vigilantes de la playa, haciendo tú todos los papeles de la serie. Así proteges a todos los críos y de paso evitas que pongan las zarpas en estanterías llenas de cómics y libros para manosear, aparatos electrónicos fáciles de romper o en paredes que se habían conservado limpias hasta esa tarde.

Además, dinamizas el juego para que estén todos los niños juntos. Porque si vienen varios es posible que se distribuyan por habitaciones y juguetes y el tuyo quede solito, triste y apartado como un autónomo cuando hay paga extra, y además tengas que consolarlo.

El bonus track de regalo es que los invitados tienen que irse rápido porque sus críos están llorando (ya sea por pelea o porque quieren quedarse para siempre). Y como el protocolo de extracción exige sacar el drama del edificio, nadie está para recoger juguetes. Con lo que te queda la casa que parece que haya pasado un huracán. Y esto el seguro no lo cubre.

En el futuro, a ver si la niña convence a los demás niños de que nos inviten a nosotros. Claro que cuando los amigos no son del barrio, a veces los viajes de ida y vuelta en transporte público hacen que varios niños saltando con zapatos en tu sofá parezcan entrañables.

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