Por qué los españoles somos así de buenos haciendo calzado

Es uno de los sectores más relevantes de la industria española, aunque a veces no se comunica lo suficiente. La fabricación de calzado, tanto de piel como de otros materiales, es algo que llevamos en los genes, y los datos están ahí para demostrarlo: según datos de IFEMA, el sector español del calzado exportó en los primeros 11 meses de 2017 148,1 millones de pares, creciendo un 2,6% en volumen respecto al año anterior. Y, dentro de él, el subsector que más ha crecido es el del calzado elaborado en caucho y plásticos, un negocio tecnológico que ha florecido gracias a firmas de toda la vida, pero también a startups surgidas con el objetivo de reinventar el calzado desde la base, y de cubrir un nicho de mercado muy especial: el del calzado casual, ni enteramente formal ni enteramente técnico. Y lo hace gracias a una serie de factores que, igual que la flora autóctona, florecen especialmente bien en estas latitudes. A continuación, desgranamos algunas de ellas:

- El secreto está en el Made in Spain: en una época en que nos hemos acostumbrado a mirar la etiqueta de composición de cada prenda, confeccionar cada par de zapatillas en nuestro país es una garantía de transparencia, condiciones justas y calidad. La firma Barqet, especializada en calzado casual, lo hace en Levante, una región con una antigua tradición zapatera, con proveedores locales y materiales de origen español que permiten asegurar unos acabados perfectos. La mayoría de sus diseños, por ejemplo, oscilan entre 65€ y 95€ de precio.

- La tecnología sí importa: frente a la zapatería tradicional, basada en el trabajo de la piel y el cuero, el calzado informal cuenta con técnicas propias. Barqet utiliza dos distintas: el vulcanizado tradicional (una suerte de molde que da forma a la goma) y la inyección, mucho más sofisticada y capaz de generar suelas precisas, ergonómicas y con detalles muy perfilados. En ese sentido, representa una suela de goma 2.0, mejorada, duradera y apta para caminar largas distancias sin resentirse.

- El carácter mediterráneo también se nota en cada pisada: hay ciertos elementos que forman parte del ADN del calzado español. Por ejemplo, la ligereza y la construcción sencilla, esquemática, de cada pieza. O el empleo de tejidos como la lona de algodón, que es uno de los rasgos más característicos de la zapatilla de rejilla. También de los diseños de Barqet, que esta temporada subraya dos siluetas clave: Norma y Paradigma. La primera se inspira en modelos deportivos de los ochenta, recuerdo de zapatillas de tenis o baloncesto de la época. La segunda, Paradigma, incorpora una suela alta de inyección pensada para generar una forma rotunda y comodidad máxima.

- La fusión de culturas forma parte de nuestro carácter: los españoles hemos recibido una amalgama de influencias a lo largo de nuestra historia, y ese mestizaje nos hace mejores y más abiertos. Ahora que la fusión se ha consolidado como tendencia en ámbitos que van desde el arte a la gastronomía, la moda también pide turno. Y la nueva colección de Barqet se inspira en la cultura Nikkei, una mezcla de influencias japonesas y peruanas que primero llegó a la cocina y ahora impregna los colores, las formas y los motivos de esta colección de calzado. O, como dicen sus responsables: luz, minimalismo, energía y eclecticismo.

- Nuevos tiempos exigen nuevos calzados: lejos queda aquella época en que para montar una empresa hacía falta llevar de traje y zapatos de vestir. Cuentan los fundadores de Barqet que la idea de crear la firma nació como una necesidad propia: necesitaban un calzado cómodo, unisex que sirviese tanto para una reunión de trabajo como para salir por la noche. Es decir, un calzado original y apto para el ritmo de vida de su público objetivo: profesionales del mundo del diseño, la arquitectura, el márketing y las industrias creativas. De momento, 3 años después de lanzar su primer par, llevan 30.000 pares vendidos.