Borg contra McEnroe (o una canción de Abba contra una de AC/DC)
Se estrena la película que cuenta la historia de una final de Wimbledon que no fue tenis, fue la vida misma
Los cinéfilos están de acuerdo: no existen películas buenas sobre tenis. Tienen problemas de verosimilitud (ningún actor resulta convincente como tenista), de moraleja social (no hay tenistas pobres a los que el gran público pueda apoyar por instinto, el tenis enfrenta a un tipo rico contra otro tipo aún más rico) y de estructura narrativa: el partido no puede funcionar como relato porque cada raquetazo es un clímax, cada bola es un giro de guion y el tenis se parece más a una batalla naval que a una competición deportiva.
Sin embargo, el cine sigue intentándolo porque “el deporte de los reyes” lleva siglos fascinando a los artistas: William Scammell se preguntaba si en el intrigante cerebro del sueco Björn Borg había “una ola rompiendo contra un tablero de ajedrez o una canción de Abba” y David Foster-Wallace definió a Roger Federer como “Mozart y Metallica a la vez”.
Borg/McEnroe (que se estrena el 11 de mayo de 2018, donde Shia LaBeouf hace de McEnroe y Sverrir Gudnason de Borg) apuesta sobre seguro al recrear el partido de tenis más épico de la historia: la final de Wimbledon de 1980. Björn Borg (Europa, disciplina, aristocracia, hielo, concebido por Ingmar Bergman) contra John McEnroe (América, vísceras, vulgaridad, fuego, concebido por Sam Peckinpah).
Dos hombres que personificaban la lucha interna del ser humano desde que puso un pie en la Tierra. No, el conflicto del tenis nunca es de clase: es existencial. Es el hombre ante su abismo, la tranquilidad tensa, el carácter puesto a prueba en cada golpe, la identidad forjada mediante el aguante y, por encima de todo, la futilidad final del juego. No es cinematográfico. Es la vida.
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