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"El pene de mi padre medía treinta centímetros y medio". Dice la nota de la editorial que el británico Joe Randolph Ackerley (1896-1967) sustituyó esta primera frase por "yo nací en 1896 y mis padres se casaron en 1919" en la versión definitiva de estas deslumbrantes memorias, convertidas en un clásico desde que se publicaron, póstumamente, en 1968. Graduado en Cambridge, soldado en la Gran Guerra, periodista y escritor de una obra escasa en la que se cuentan libros como 'Mi hermana y yo', 'Mi perra Tulip' o 'Vacación hindú' (este último traducido por César Aira), Ackerley siguió dos hilos en 'Mi padre y yo'. Por un lado, la doble vida de su progenitor -que tenía otra mujer y dos hijas más sin que su familia oficial lo supiera- y su propia homosexualidad -vivida en secreto pero contada aquí sin falsos pudores-. Una quirúrgica capacidad de análisis, una ironía usada por toneladas y, sobre todo, la sensación de estar leyendo en cada momento la palabra justa son algunas de las virtudes de un relato en el que las relaciones familiares, la hipocresía social y el sexo forman un cóctel ácido y descarnado. El resultado es la radiografía de la condición humana en un tiempo en la que todo el mundo parecía mirarse por encima del hombro y, sólo de puertas afuera, conducirse aguantando la respiración. Cuando los sentimientos hacen su aparición en ese medio ambiente, cobran un relieve único. Así sucede, por ejemplo, en un impagable episodio protagonizado por Ackerley y su hermano en la guerra o, a la postre, en el retrato de unos padres que consiguen engañarle y a los que él no pretende engañar. La felicidad, esa vieja costumbre, es ya otra historia. (Traducción de Rafael Ruiz de la Cuesta. Anagrama)
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Javier Rodríguez Marcos
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