‘Mira lo que has hecho’ | Por fin los padres salimos en la tele
No es una serie de terror, pero salen todos nuestros miedos
Ya era hora.
Por fin ha llegado nuestra serie.
Después de décadas de ver temporadas y temporadas sobre cualquier profesión posible (con especial abundancia de policías, médicos y abogados, ahora seguidos de cerca por los superhéroes), por fin ha llegado una serie que representa a la profesión más antigua del mundo: la de ser padres.
(Que sea una profesión no remunerada ya es polémica para otra columna, pero la audiencia que se sentirá identificada con la serie es mucho mayor que la de las propuestas sobre profesionales de la sanidad y de la ley y el orden.)
La primera serie de Berto Romero, cómico genial y padre de tres criaturas, escrita por él, Rafel Barceló y Enric Pardo, no tiene una intriga apasionante como La casa de papel o viajes temporales como El ministerio del tiempo. Pero como toda gran comedia, Mira lo que has hecho tiene verdad y dolor, y retrata con precisión y sin caer en la exageración de muchas sitcoms de brocha gorda, la fascinación, la angustia, el agotamiento y los cambios vitales que vienen cuando crías a un bebé.
Qué idea más básica y sin embargo hemos tenido que esperar al 2018 para verla por la tele. Las librerías y media internet están llenas de libros, blogs y conferencias de pediatras, gurús y padres famosos contando su experiencia y el público lo consume con avidez. Pero en el terreno audiovisual, parece ser que o no interesaba o ninguna propuesta había conseguido este grado de brillantez.
Así que todos esos padres influencers y/o periodistas que se sorprenden de todo lo que conlleva la paternidad y declaran en entrevistas que nadie se lo había contado nunca, ahora sólo necesitan ver 6 capítulos de media horita para conocer la letra pequeña de lo que se les viene encima.
(Por cierto, se agradecen los capítulos cortos y la temporada breve, porque así los padres que nos dormimos de cansancio a medio Homeland podemos tener la sensación de “acabar una serie” como el resto de la humanidad.)
Todo el estrés de elegir guardería (con el choque de conocer a los “guardipapis” y el suplicio del Whatsapp colectivo), dormir al niño con métodos estivillescos, las visitas que más que ayudar ponen nervioso, la falta de sueño y de energía, los malabarismos para conciliar crianza y carrera, lo duro de contratar canguro o las visitas a urgencias… Todo eso está cubierto la mar de bien.
En resumen: la serie es un retrato divertido y emocionante (ese bocata de chistorra) sobre el amor desorbitado y el abismo de responsabilidad de una generación (más documentada y varios años mayor que las anteriores) que descubre que ser padres en prácticas e hijos de padres que se hacen mayores es la gran aventura de la vida.
Esperamos con ansias la segunda temporada.
(PD: Esta columna NO está patrocinada por Movistar. Simplemente la serie nos ha gustado y no quiero que os la perdáis.)
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