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Catalana, española y europea de padres marroquíes y religión musulmana: esta es su historia

Míriam Hatibi, activista a favor de la diversidad cultural y contra el racismo, lanza ‘Mírame a los ojos’, una elocuente crónica sobre sí misma

Míriam Hatibi posa para ICON tocada con su velo. “Aunque soy mucho más que esa prenda y que las creencias que representa”, advierte.
Míriam Hatibi posa para ICON tocada con su velo. “Aunque soy mucho más que esa prenda y que las creencias que representa”, advierte.Caterina Barjau

"Si tuviese que definirme con una sola palabra, diría que soy desordenada, tal vez incluso caótica. También soy responsable, constante, locuaz y creo que bastante divertida”. Y sí, Míriam Hatibi (Barcelona, 1993) es, por supuesto, musulmana. “Sé que mi decisión de llevar velo en público hace que ese aspecto de mi identidad resulte muy visible”, nos cuenta durante una relajada pero intensa charla en un estudio de la fotógrafa. “Lo entiendo y lo asumo. Pero yo, como cualquier persona, soy mucho más que esa prenda y que las creencias religiosas que representa”.

De ahí el título de su libro, Mírame a los ojos (Plaza & Janés), una elocuente y concisa crónica (apenas 150 páginas) del proceso que ha convertido a esta mujer de 24 años en lo que es ahora mismo: una “catalana, española y europea de padres marroquíes y religión musulmana”, analista de comunicación (experta en redes sociales), activista a favor de la diversidad cultural y contra el racismo, portavoz de la Fundación Ibn Battuta, lectora ávida, “fan de Pablo Alborán” y seguro que muchas otras cosas, empezando por su locuacidad, su sentido del humor y su tendencia al desorden, que no cabrían del todo ni en este ni en otros cien libros, porque todo ser humano lleva dentro un universo de complejidad y matices.

Mírame a los ojos se hizo necesario tras los atentados terroristas del 17 y 18 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils. Como portavoz de la fundación a la que pertenece, Hatibi participó en diversos programas de televisión en calidad de representante “accidental” de la comunidad musulmana en Cataluña.

Su madre, en un reflejo protector, le recomendó que no se expusiese, que no renunciase al anonimato, pero pesó más el consejo de su padre: “Me dijo que debemos aprovechar las oportunidades de explicarnos que se nos ofrecen, porque si no lo hacemos, otros hablarán por nosotros”. En su esfuerzo por hacer oír en los platós la voz de la sensatez, “del rechazo por parte de la mayoría de los musulmanes al extremismo y la violencia”, Hatibi se enfrentó a malentendidos y equívocos: “Me preguntaron si había notado signos de radicalización en mi entorno, dando por supuesto que en mi entorno predominan los musulmanes, cuando en absoluto es así. O insistían en que no hay iglesias cristianas en Marruecos, cuando yo sé que sí las hay, pero algunos tertulianos parecen considerar que no hay que tomarse muy en serio nada que diga una mujer joven con velo”.

"Mi mejor arma contra los prejuicios suele ser el sentido del humor. Recurro a él constantemente en las redes sociales, incluso contra gente que me insulta o argumenta con agresividad"

Por eso decidió escribir el libro, un sencillo y eficaz argumentario personal contra los prejuicios. “Parto de mi biografía”, explica, “porque creo que lo mejor que puedo aportar al diálogo intercultural es mi experiencia”. Así, dedica este primer libro a sus maestros en la escuela de Bellpuig, verdaderos héroes cotidianos que, más que reflexionar sobre la cultura de la diversidad, la practicaban: “Me trataron siempre como a una más pero, a la vez, entendían y respetaban con naturalidad las características personales que me convertían en distinta, como son distintos, cada uno a su manera, todos los niños”.

Partiendo de esos años formativos, Hatibi repasa en qué ha consistido hasta la fecha su vida como mujer “de identidad cultural mixta y religión minoritaria” en una sociedad española que define como “abierta y razonablemente tolerante, sobre todo si la comparamos con el clima político que se vive en otros países de nuestro entorno”.

Pese a que Mírame a los ojos es un título que capta a la perfección la esencia del libro, Míriam estuvo a punto de seguir el consejo de la madre de su pareja y titularlo Corramos un tupido velo. “Hubiese sido un título muy coherente con mi personalidad, porque mi mejor arma contra los prejuicios suele ser el sentido del humor. Recurro a él constantemente en las redes, incluso contra gente que me insulta o argumenta con agresividad. Pero no quería arriesgarme a ser malinterpretada o parecer frívola, y tampoco poner el velo en el centro de la cuestión”.

Esta vez, Míriam Hatibi ha preferido ponerle algo de orden a su fértil caos.

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