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Así ven los niños el conflicto en Siria Solo en los dos primeros meses de 2018, 1.000 niños murieron o resultaron heridos en la intensificación de la violencia. Los dibujos de los menores desplazados expresan esperanza, miedo y deseos de un futuro mejor El conflicto en Siria causó en 2017 la muerte del mayor número de niños desde el inicio de la guerra: al menos 910, un 50% más que en 2016, según datos de Unicef. Solo en los dos primeros meses de 2018, 1.000 niños murieron o resultaron heridos en la intensificación de la violencia. El conflicto es ahora la principal causa de muerte entre los adolescentes en el país. Además, en 2017, se reclutaron tres veces más niños para la lucha que en 2015. Estos dibujos, realizados por menores desplazados, expresan esperanza, miedo y deseos de un futuro mejor. "Dibujé a un hombre armado que le disparaba a un hombre inocente porque conozco a mucha gente que murió desde el comienzo de la guerra", cuenta Khalil, de 11 años. En 2012 tuvo que dejar el campamento de Al Yarmouk, el hogar de la mayor población de refugiados palestinos en Siria. Alrededor de 100 niños desplazados por los combates en Siria asisten a programas de apoyo psicosocial con la ayuda del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia en centros en Damasco y la zona rural alrededor de la capital. Mohammad, de 15 años, vivía en el mismo lugar hasta que estalló la violencia. El protagonista del dibujo es su tío, que ha estado en prisión por tres años. “Nunca lo visité, pero mi madre me dijo que es un lugar muy oscuro, así que así es como lo imaginé". Samer, de 12 años, quiere ser médico de mayor. “Valiente", explica. Tuvo que huir de su hogar en Al Assali, al sur de Damasco, en 2012, cuando estallaron enfrentamientos violentos en la zona. Samer, su hermana y sus padres escaparon al cercano barrio de Al-Zahira. Solo unos meses después, su escuela fue bombardeada mientras él se iba a casa. Esto es lo que refleja en su dibujo. "Estaba tan asustado, pero ahora estoy triste por todos los niños que murieron y están muriendo en Siria". Samer perdió un amigo ese día, pero está feliz de haber hecho nuevos en su nueva escuela en Al-Mazzeh, donde vive con su familia, dos tíos y sus parientes en un apartamento de tres habitaciones. "Quiero tener un mejor desempeño en la escuela", asegura, pues perdió dos años de enseñanza debido a las duras circunstancias, incluidos los desplazamientos múltiples. Amina, de 12 años, ha huido de su casa al sur de Damasco tres veces desde 2012. Ahora vive en el vecindario de Al-Mazzeh. Su dibujo representa una escuela en llamas y hombres armados que disparan contra coches, personas e incluso pájaros. "Muchos de mis parientes y vecinos han sido asesinados desde que comenzó la guerra, también sigo mucho las noticias y veo a la gente asesinada y los edificios destrozados", cuenta. "Extraño mucho mi casa, teníamos un gran balcón donde solíamos jugar con nuestros vecinos. Ahora no sé nada de ellos". Amina quiere ser pediatra de mayor para ayudar a los niños enfermos. Seedra tiene 12 años y vive en el vecindario Al-Mazzeh de Damasco. Su dibujo retrata una imagen de antes y después de su vieja escuela, en la zona rural de la capital, que hace casi dos años fue alcanzada por un proyectil, afortunadamente después de las clases. "Estaba tan asustada porque nuestra casa estaba justo enfrente del colegio, así que escuché la fuerte explosión y vi la destrucción", dice. "No quería volver allí nunca más". "Quiero vivir en una casa grande que tenga espacio para todos mis familiares y amigos", dice Fátima, de cinco años. Vive en el campo de refugiados de Jibreen, en las afueras de la ciudad de Alepo. Después de meses de vida bajo asedio con poca comida, escondidos en sótanos demasiado asustados para ir a la escuela, muchos de los niños del campo están felices de estar afuera y jugar. Alrededor de 7.000 niños participan regularmente en actividades de apoyo psicosocial respaldadas por Unicef en la zona. "Quiero una casa con paredes y dos ventanas y una puerta". Abdulmajeed, de 13 años, ha plasmado este deseo en un dibujo. Vive en el campo de refugiados de Jibreen, en el que las condiciones son básicas, con poca protección contra el frío y la lluvia. Hala, de nueve años, muestra su dibujo en la escuela de Saqba, en la zona sitiada de Guta Oriental, en los alrededores de Damasco. "Dibujé esto porque amo pájaros. Mi padre solía cuidar pájaros en casa y yo tenía uno como este ", dice. Hala quiere ser médico y ayudar a las personas enfermas cuando sea grande. Khaled, de nueve años, sostiene un dibujo que hizo durante una sesión de pintura en su escuela en Saqba, en Guta Oriental. Representa a su casa, que fue destruida. “Era una casa muy hermosa, en la que mi familia solía vivir junto con mis abuelos. Salimos de nuestra casa hace tres años y vinimos aquí. No he visto a mi abuela ni a mi primo desde entonces". Raghad, de 11 años, sostiene un dibujo que hizo durante una clase de pintura en su escuela en Saqba, en Guta Oriental, en las afueras de Damasco. "Quería dibujar algo sobre alegría y felicidad, sobre una granja en la que podamos vivir sin bombardeos. Ojalá pueda ver mi sueño hecho realidad ", explica. "Mi deseo es que todos nosotros, incluidos mi mamá, mi papá y mis cuatro hermanos, siempre quedemos juntos".