_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sentimiento de culpa

Parece que la Parca se hallaba a su espalda, aguardando la oportunidad de darle un empujoncito

Juan José Millás
Un sanitario sosteniendo una taza de muestra de orina.
Un sanitario sosteniendo una taza de muestra de orina.Getty Images

Un amigo mío salió del médico con un envase de plástico esterilizado en el que tenía que hacer el primer pis de la mañana. Me telefoneó desde el coche para preguntar si el primer pis de la mañana era el de las seis o el de las ocho. Opiné que el de las seis y ahí quedó la cosa. Esto fue un miércoles por la tarde. A primera hora del jueves, mi amigo murió de un infarto. Me acerqué a su casa para dar apoyo a la viuda y al cabo de un rato tuve la necesidad de ir al baño. Entonces vi sobre el lavabo el frasco esterilizado con el primer pis de la mañana de mi amigo. El primer pis de la mañana puede ser el último de la vida.

Cuando regresé al salón, donde la viuda atendía a los allegados, me contó que mi amigo había expirado en la cocina, al agacharse para recoger una bolsita de té verde que se le había caído al suelo. Parece que la Parca se hallaba a su espalda, aguardando la oportunidad de darle un empujoncito. Pues bien, ahí estaba yo, escuchando un relato fascinante sobre las postrimerías, cuando a la viuda le vino a la memoria el frasco de plástico para la orina. Fíjate, dijo, lo tengo en el baño, no sé qué hacer con él. Le sugerí que lo guardara en la nevera a lo que asintió de forma mecánica antes de preguntar si yo le había aconsejado tomar el pis de las seis de la mañana. Le dije que sí con un sentimiento de culpa preventivo, pues supe enseguida que ella le había exhortado a recoger el de las ocho. A partir de ese instante se creó entre los dos una tensión opaca que no supe aliviar. Te hacía caso en todo, concluyó con rencor.

Al despedirme, me entregó el envase esterilizado rogándome que lo arrojara a un contenedor de plásticos que había en la esquina. Pero me lo llevé a casa y ahora no sé qué hacer con él.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_