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La justicia portuguesa atrapa al juez que se reía de ella

Las últimas redadas policiales por blanqueo de dinero envuelven a una pareja de magistrados y al presidente del Benfica

El juez Rui Rangel a su llegada para un interrogatorio en el Tribunal Supremo.
El juez Rui Rangel a su llegada para un interrogatorio en el Tribunal Supremo. Antonio Pedro Santos (EFE)

La policía portuguesa empieza a tener dificultades para encontrar nombres a sus numerosas redadas. La última se llama Lex, que es una derivación de la Operación Atlántico con ramalazos de Operación Marques más un poco de la Fizz. Banqueros, políticos, primeros ministros, vicepresidentes, empresarios, fiscales, deportistas y amigos del alma en general andan implicados en diferentes casos, siempre por fraude fiscal, blanqueo de dinero, tráfico de influencias y otros delitos relacionados con la corrupción. En la última operación les ha tocado el turno a dos jueces, Rui Rangel y Fátima Galante, antes matrimonio y hoy ex pareja sentimental aunque unidos en su cuitas judiciales.

Dos jueces acusados por jueces no es muy habitual y menos con unos tan distinguidos. Galante estaba a punto de ser promovida al Tribunal Supremo -pese a que hace 20 años ya se había librado de una acusación de corrupción- y su ex Rangel era el juez castigo de jueces. “Los jueces son la clase menos fiable del país”, declaraba hace un par de años, ufanándose de su popularidad y de no ser un juez “encarado en su torre de marfil. Desgraciadamente los jueces no saben ser miembros de un poder soberano, actúan con la mentalidad de funcionarios públicos”.

Rangel es todo un personaje en Portugal, un figura. Con más de veinte años en la judicatura es habitual tertuliano de las teles, fundó el partido ‘Nosotros, Ciudadanos, que cosechó 21.000 votos en las últimas legislativas, y compitió por la presidencia del Benfica, donde aún consiguió menos votos; ha sido condenado por no pagarle a una clínica de estética la reducción de abdomen y sus cuentas fueron embargadas por no pagar la reparación de un coche. Quizás no tenía dinero en el banco, pero en casa sí. En el registro de la policía judicial en una de sus casa se encontró un manojo de billetes de 500 euros.

En la misma operación Lex ha ‘caído’ el presidente del Benfica, Luis Fílipe Vieira, un habitual de los tribunales -aunque hasta ahora siempre ha salido ileso-. El presidente y el juez han pasado del odio al amor, de presentar en 2012 candidaturas rivales a llamarle el juez a Vieira: “gran e indiscutible líder del Benfica”. La Operación Lex les ha juntado aún más que su vecinos apartamentos de lujo y sus presuntos trapicheos en el tráfico de influencias. Para saber el final de la película habrá que esperar unos años.

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