Javier Fernández, bicampeón del mundo: “Todavía me dicen: ‘El patinaje es de chicas: vas por ahí con mallas”
A veces, en los telediarios se deja de hablar de fútbol un rato. El responsable es este hombre que se enfrenta a sus terceros Juegos Olímpicos de Invierno "De pequeño quería ser desde militar hasta basurero, porque me encantaba ir detrás del camión de la basura", confiesa el deportista español, integrante del Reebok Athlete Team
El salto cuádruple es la pirueta más complicada del patinaje artístico y una de las más complejas de cualquier deporte. También es la especialidad del patinador olímpico Javier Fernández (Madrid, 1991). Pero cuando uno quiere buscar en su ejecución cierta profundidad, una descripción de la belleza que se percibe al ver el mundo desde una especie de centrifugadora, el madrileño responde con una simplicidad pasmosa, como si hablara de algo tan habitual como coger el metro para ir a la oficina. “Saltas, sientes el salto y el salto termina. Ves luces que pasan a mucha velocidad, pero no puedes centrarte en ellas ni en absolutamente nada. Son muchos años haciéndolo y lo tienes automatizado. Aunque quieras ver algo, no lo vas a ver”. Tras un silencio, añade: “Cuando estoy haciendo mi rutina pulso el botón y soy una máquina, no una persona”. Aclarado esto, la máquina nos regala una luminosa sonrisa.
Durante nuestra cita con Javier Fernández, poco antes de proclamarse campeón de Europa por sexta vez, el suelo de la suite presidencial del Hotel Ritz de Madrid se ha llenado de ropa deportiva pulcramente expuesta para vestir a la estrella del patinaje.
Es, junto a otros atletas, como Saúl Craviotto, parte del Reebok Athlete Team. La imagen de unas mallas elásticas descansando junto a la llamativa chimenea de mármol y la moqueta hecha a mano que recubre el suelo es chocante y representa muy bien el lugar donde se encuentra este chico del barrio madrileño de Cuatrovientos, madridista, fan de Rafa Nadal e hijo de un militar y una cartera que se ha convertido en ídolo gracias a un deporte históricamente ignorado en España. “Hemos nacido en un mundo de fútbol. El patinaje era algo nuevo”, explica. “Me decían: ‘Es de chicas, vas por ahí con las mallas’. ¿Qué tendrá que ver llevar mallas con que sea de chicos o de chicas o en tener una orientación sexual u otra?”.
¿Qué dirán hoy los que se reían de sus mallas del bicampeón del mundo y sextacampeón de Europa? ¡Sigue pasando ahora, no es algo que solo me pasase de pequeño! Lo sigo escuchando.
Javier empezó a patinar con seis años, tras la estela de su hermana Laura, que hoy es enfermera. Se fue de España a los 17 para entrenar en EE UU con el ruso Nikolai Morozov y, luego, con el expatinador olímpico Brian Orser a Toronto. No fue una época fácil. Orser recordó en una entrevista lo que más le impactó de un jovencísimo Javier: “Yo le chillaba y él lo aguantaba. Si me gritasen a mí como yo a él, hubiese abandonado”. “El entrenamiento mental es esencial”, explica Javier. “En una competición pueden pasar muchas cosas y tenemos que estar preparados para rectificar y calmarnos. Es lo difícil de la competición de alto rendimiento. A veces tienes que buscar ayuda de un psicólogo o de familiares”.
¿Y usted recurrió a ayuda psicológica? He tenido etapas con ansiedad y de todo, pero siempre lo he intentado arreglar con los amigos y la familia.
¿Qué es lo más duro que ha tenido que sacrificar? Mi entrenador siempre me dice que le da igual lo que haya hecho la noche anterior: mientras vaya a la pista y rinda, le da igual que haya dormido tres horas. Creo que el mayor sacrificio ha sido irme a otro país a entrenar. Si un fin de semana quiero salir con los amigos, salgo. Hay que entender que necesitamos disfrutar, no estar siempre encerrados. Muchas veces eso es lo que más sufrimos: no poder hacer absolutamente nada.
También ha tenido que acostumbrarse a lidiar con preguntas. Durante los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, en 2014, descubrió del modo más duro que una respuesta despojada de contexto e impresa en frío negro sobre blanco podía convertirse en una bomba. “Mejor que los homosexuales se corten un poco estos días”, respondió durante una entrevista con el diario El Mundo al ser preguntado sobre la ley antigay del gobierno de Putin. Después pidió perdón.
"De pequeño quería ser desde militar hasta basurero, porque me encantaba ir detrás del camión de la basura"
¿Cambió aquello su relación con la prensa? Cuando eres joven no te das cuenta. Con el tiempo vas aprendiendo y ves tus errores y las cosas que han sacado de contexto, o que han entendido mal. A mí siempre me solían preguntar sobre deporte, sobre mis aficiones… Ahora estoy más preparado.
¿Qué cree que sería hoy de usted si el sueño del patinaje no se hubiese cumplido? De pequeño quería ser desde basurero, porque me gustaba ir detrás del camión de la basura, hasta militar, porque era lo que hacía mi padre, y cuando iba con él al cuartel todo me alucinaba. Si no hubiese sido patinador, hoy sería militar.
Sus padres invirtieron mucho en su carrera, ¿cómo se lo ha devuelto? Lo único que me pidieron es esfuerzo y dedicación. Ellos hicieron trabajos extra para pagar mi vida fuera de España. Y nunca me han reclamado medallas ni títulos. Nada. Solo que entrenase, que trabajase y que me lo pasase bien con esto.
¿Qué es lo primero que se regaló a sí mismo? Cuando empecé a hacer exhibiciones, que es donde conseguimos la mayor parte de nuestros ingresos, me compré tres maletas de viaje caras en tres años, de unos 500 euros cada una. Cada año me compraba una con parte de mis exhibiciones.
Para Javier Fernández, entonces, el lujo es una maleta. Es curioso. ¡Y una Playstation! La tengo en Canadá.
Me llama la atención que no haya respondido que se compró una casa. ¿Vive de alquiler? En Canadá estoy viviendo de alquiler. En Madrid me compré un piso hace año y medio.
Nuestra charla, que ha comenzado en el Ritz y acaba en el Centro Superior de Deportes de Madrid, termina para dar paso a una fila de periodistas deportivos deseosos de hablar con el chico de oro del deporte español y sobre el que todas las miradas están puestas en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang, que se celebran del 9 al 25 de febrero. Una última cuestión, esta sobre su futuro. “Con 50 años me veo siendo entrenador. Y me encantaría hacer ropa deportiva. ¿Sabes lo difícil que es encontrar ropa elástica y a la vez caliente?
Peluquería y maquillaje: Piti Pastor (Ana Prado). Asistente de fotografía: Santiago Belizón. Asistente de estilismo: Lucía Sobas. Agradecimientos: Hotel Ritz Madrid (Plaza de la Lealtad, 5. Madrid).
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