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El hombre detrás de esa obsesión deportiva que se llama Spartan Race

Ángel Sanz, exjugador de las categorías inferiores del Real Madrid de baloncesto, ha logrado que 100.000 españoles salten obstáculos profiriendo gritos en griego

Dice Ángel Sanz que a ciertas edades quien no se cuida, se descuida. Por la cara con la que posa para ICON, parece que ha pillado a alguien descuidado.
Dice Ángel Sanz que a ciertas edades quien no se cuida, se descuida. Por la cara con la que posa para ICON, parece que ha pillado a alguien descuidado.Gianfranco Tripodo

Ángel Sanz jugaba a baloncesto en el Real Madrid hasta que lo descubrieron unos ojeadores americanos. “Me abrieron las puertas cuatro universidades, pero Houston era la mejor para estudiar business y además tenían un hueco en el equipo en mi posición, que era la de escolta”, explica. Dos años después cambió el entrenador y, con él, el estilo del equipo.

“El nuevo buscaba un juego mucho más físico, y empecé a quedarme en el banquillo. Poco a poco perdí el interés en entrenar”. Hasta que conoció a Paul Crow, uno de los aficionados que tenía asiento a pie de pista. “Un día me vio un poco decaído y me dijo: ‘Chaval, ¿cuál es tu objetivo?’. Cuando le dije que seguir mejorando para poder jugar en España, me soltó: ‘Aprovecha las oportunidades. Si no puedes jugar, aprende los movimientos del mejor jugador de tu posición en el equipo rival y transfórmate en él en los entrenamientos. Serás útil al equipo y seguirás aprendiendo”. Así, una temporada que parecía horrible se convirtió en la que mejor jugador se hizo. “Le dije que no sabía cómo agradecerle su ayuda. Y él me dijo: ‘Haz por otros lo que he hecho yo por ti”.

Sanz volvió a España, pero duró poco en el baloncesto. “Entendí que un deportista profesional es un producto que se compra y que se vende. Para serte sincero, si me preguntas por qué lo dejé, la respuesta es porque no era tan bueno. Lo que pasa es que la frase seguiría: no era tan bueno como para controlar mi destino”. Ahora es uno de los organizadores de la popularísima Spartan Race en España, una carrera de varios kilómetros (cinco, trece o más) donde se libran obstáculos: alambradas, fosos, barro, zonas en llamas...

"El gran valor del deporte es educar en el más amplio sentido de la palabra: en hábitos de vida saludable, en comportamientos, en habilidades, en valores"

¿Cómo pasó del baloncesto al mundo inmobiliario? Mi padre trabajaba en el sector, así que era algo natural. Pero descubrí que me horrorizan los modelos jerárquicos y con grandes estructuras. Trabajar en el mundo inmobiliario no tenía sentido más allá de ganar dinero, así que me dije: todo esto que he aprendido tengo que aplicarlo al deporte, que es donde más puedo aportar.

Dice que a través de él pretende transformar el mundo. Me he dado cuenta de que lo que me apasiona es el deporte, que entiendo el mundo de la empresa, que tengo capacidad de captar inversores y que soy buen organizador. Cuando encontré el punto en el que se junta lo que hago bien, lo que me apasiona, lo que la gente necesita y aquello por lo que hay gente dispuesta a pagarme, entendí que ese era mi propósito. El deporte es un arma de construcción masiva. En sí mismo no tiene valor. Lo importante es que tú se lo des, que lo conviertas en una oportunidad de aprender o de crecer. Y nosotros le hemos dado ese sentido que trasciende.

¿Para construir qué? Porque, por encima de todo, el deporte es un gran negocio de entretenimiento. El gran valor del deporte es educar en el más amplio sentido de la palabra: en hábitos de vida saludable, en comportamientos, en habilidades, en valores. Por eso los árbitros y entrenadores del deporte base tendrían que estar mejor formados para educar. Deberíamos elevarlos y no al contrario. Son clave. En el deporte entiendes a la perfección conceptos como trabajo en equipo, liderazgo, la gestión de recursos, la solidaridad o la humildad. Entra en acción la emoción, que es un catalizador espectacular para conseguir que el aprendizaje se consolide. Creo que el deporte está infravalorado en este aspecto.

¿Quiere decir que una carrera de obstáculos para adultos, como la Spartan Race, debe servir para transmitir valores? Por supuesto, aunque no se queda ahí. Por eso trajimos la Spartan Race a España. Una carrera de obstáculos es una metáfora de la vida. Y si la haces en equipo aún más. En algunos momentos debes abrir camino, en otros dejarte llevar o en otros cerrar el equipo. No sabes qué vas a encontrarte pero esperas estar preparado. Si no es así, cumples penalizaciones pero siempre avanzando y compartiendo. Siempre pensando en conseguir un objetivo común. Y esto funciona en el ámbito personal y aún más en el ámbito de las empresas. Una carrera de obstáculos es una oportunidad de transformación.

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