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Europeo de patinaje sobre hielo

Javier Fernández, campeón de Europa de patinaje por sexta vez consecutiva

A menos de un mes de los Juegos, el madrileño extiende su dominio continental e iguala un registro inédito desde 1934

Fernández, con la medalla de oro en el podio.
Fernández, con la medalla de oro en el podio.Pavel Golovkin (AP)
Antonio Nieto

El patinaje es un deporte extraño en el que el desgaste físico tiende a enmascararse con interpretación dramática. Ni los jueces ni el espectador deben advertir el cansancio de un cuerpo tras girar cuatro veces sobre sí mismo o la falta de aliento tras la enésima pirueta. Ese arte del trampantojo lo domina como nadie el madrileño Javier Fernández, que este viernes se ha proclamado campeón de Europa por sexta vez consecutiva, un logro inédito desde 1934. A los 26 años, el español se siente en cierto modo viejo y falto de energía, como él mismo ha admitido, pero el dominio abrumador de su patinaje en Europa cuestiona sus propias palabras. En Moscú alcanzó el título tras realizar su mejor programa largo de la temporada (191,73 puntos), algo imperfecto (tocó el hielo una vez y tuvo algún traspiés), pero suficiente para batir a todos sus rivales. Con esa actuación afianzó el liderazgo que logró con el programa corto el miércoles y sumó un total de 295,55 puntos. El rival que más se acercó fue el ruso Dmitri Aliev (274,06), plata, mientras que su compatriota Mikhail Kolyada fue bronce (258,90). El otro español en la final, Felipe Montoya quedó 20º (181,72).

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Ese sentimiento de pérdida de juventud que invade a Javier Fernández solo se entiende en el contexto mundial, que es ahora mismo el único en el que puede medirse el madrileño. Sí, este viernes igualó un registro que había permanecido inmóvil desde el periodo de entreguerras, cuando un austríaco llamado Karl Schaffer, que había sido olímpico como nadador, acabó ganando ocho seguidos; pero hacia donde apuntan sus afiladas cuchillas es al hielo olímpico de Pyeongchang, su gran ambición, el broche que puede cerrar una carrera insólita en el deporte español, sin arraigo alguno en el hielo. En Corea, los días 16 y 17 de febrero, sumará Fernández su tercera participación olímpica tras ser 14º en Vancouver 2010 y lograr diploma en Sochi, donde rozó el podio tras quedar cuarto. Será la última posibilidad de su carrera para sumar una medalla a su excelente palmarés, donde también lucen dos Mundiales consecutivos (2015 y 2016). Después, ya ha dicho que no aguanta cuatro años más, por lo que una vez compita en el Mundial de marzo abordará cómo planificar una retirada que puede ser gradual. De momento, no se vislumbra relevo alguno.

“Siempre está bien hacer historia en el patinaje artístico para España y también ganar otro título”, resumió el madrileño con el oro europeo en el cuello, como si la victoria formara parte de su vida cotidiana. “Hemos venido aquí a entrenar porque esta es la última competición antes de los Juegos. He conseguido mi mejor marca de la temporada, así que hemos logrado el objetivo”, añadió el español.

En este último ciclo olímpico, el gran rival de Fernández ha sido su compañero de entrenamientos en Toronto, Yuzuru Hanyu, con quien se prepara a las órdenes de Brian Orser. El japonés, de 23 años, se llevó el oro en Sochi y a partir de ese momento emergió una rivalidad deliciosa por el trono mundial, muy lejos de cualquier otro patinador. Su rendimiento en Corea, sin embargo, es por el momento una incógnita después de que en noviembre se dañara los ligamentos del tobillo derecho. De hecho, hasta la semana pasada no pudo volver a los entrenamientos, más tarde de lo que había calculado en un principio.

A esto hay que añadir la irrupción de jóvenes talentos que han abierto la disputa por la cumbre. Sobre todo el japonés Shoma Uno (20 años) y el estadounidense Nathan Chen (18), quienes, al igual que Hanyu, contemplan ejercicios más físicos en sus programas largos, donde llegan a incluir cinco cuádruples. De esa estrategia se ha desmarcado el español. “¡Que se resbalen los demás por el hielo!”, piensa, mientras se ciñe a un único objetivo: hacer sus ejercicios lo más limpio posible, brillar en las transiciones entre elementos, algo difícil cuando se va con la lengua fuera entre tanto salto. Otro camino, calculan en su equipo, no le beneficiaría. Ya no tiene la energía para probar e incluir más cuádruples. La brecha generacional es evidente, aunque no tiene que jugar obligatoriamente en su contra.

Como se pudo ver esta semana en Moscú, el plan de Javi incluye dos cuádruples en el programa corto (como sus rivales directos), donde se mete en la piel de Chaplin en Tiempos modernos, y tres cuádruples en el programa largo, con el que este viernes homenajeó a Don Quijote en el Hombre de la Mancha, su forma de conectar con un país, España, al que le ha enseñado un deporte que desconocía, y también su manera de poner ese punto exótico que los jueces tanto han valorado en su carrera.

Fernández clavó el primer cuádruple, tipo Toeloop (despegue hacia atrás con el pico del patín izquierdo y aterrizaje con la derecha también hacia atrás) y también la siguiente combinación cuádruple Salchow (se inicia con la pierna izquierda hacia atrás y se cae con la derecha hacia atrás) más triple Toe. Después de una secuencia coreográfica y de piruetas ejecutó el tercer cuádruple, tipo Salchow, pero se quedó en triple por un desequilibrio que le llevó a tocar el hielo con la mano. Fue el primer error que cometió. Poco después, tras hacer un triple Axel (tres vueltas y media) un triple flip —salto picado con el impulso de la serreta— se quedó en doble y al fallar la combinación tuvo que improvisar con una combinación triple Lutz —otro salto picado— unida a un bucle simple —no picado— y a un triple Salchow. La suma de todos estos elementos elevó su puntuación técnica hasta los 96,59 mientras que su presentación fue valorada por los jueces con 95,14.

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Sobre la firma

Antonio Nieto
Desde 2018 es redactor de Vídeo de EL PAÍS. Antes, pasó sus primeros cinco años en la sección de Deportes del diario. Es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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