Javier Fernández, a 50 días de los Juegos de Pyeongchang: “El que más me exijo soy yo”
El patinador madrileño centra toda su preparación en la cita de Corea, su última oportunidad para lograr una medalla olímpica
Javier Fernández tiene solo 26 años, pero su cuerpo empieza a sufrir el desgaste lógico que dejan las miles de contorsiones y piruetas a las que se ha visto sometido por su exigente deporte, el patinaje artístico, en el que es uno de los mejores del mundo.
Ha sumado dos Mundiales, cinco títulos europeos, un diploma olímpico y siete campeonatos de España y ahora encara ya la cuenta atrás definitiva para los Juegos de Pyeongchang, (del 9 al 25 de febrero), la última oportunidad del madrileño, como él mismo admite, para lograr la joya que le queda en su brillante palmarés: la medalla olímpica.
Con la edad en la mochila, aun siendo un veinteañero, Fernández tiene claro cuáles son sus fuertes para tener más opciones en Corea. La clave, una vez más, está en el programa largo, con el que homenajeará al Don Quijote de La Mancha de Cervantes. Frente a la juventud de sus rivales, el japonés Yuzuru Hanyu (23 años), su compatriota Shoma Uno (20) y el estadounidense Nathan Chen (18), que contemplan cinco cuádruples en el mismo ejercicio, cuando hace no tanto pocos se atrevían a meter tres, el español buscará el menor número de fallos posibles con tres cuádruples. “Si creen que deben arriesgar más, por mí perfecto, porque hay más posibilidades de que se caigan. Yo me decanto por hacer un programa perfecto sin riesgos. Ahora es más común ver lesiones porque sabemos el momento en el que estamos, la gente quiere dar más y más”, explicó este miércoles en el Consejo Superior de Deportes, a 50 días de la cita olímpica. “Voy a mantener la misma estrategia de todos los años. Creemos que lo mejor para competir es un programa limpio, una buena coreografía y mucho carisma”.
De momento, esta temporada para el madrileño ha empezado de manera atípica. Por primera vez en los últimos cuatro años, el madrileño quedó fuera de la final del Grand Prix, una especie de mundialito donde compiten los mejores patinadores y otro de los títulos que se le resisten, a pesar de haber conseguido dos platas y un bronce en siete participaciones. Javi no se repuso de su mal resultado en la primera prueba clasificatoria, donde solo logró un sexto puesto por problemas en el estómago, según explicó después, y aunque ganó la segunda cita, en Francia, se quedó fuera de los seis mejores que optaban a medalla. La situación se volvió todavía más atípica con la ausencia de Yuzuru Hanyu, su compañero de entrenamientos, oro en Sochi 2014, vigente campeón del mundo, y figura con la que ha gobernado el patinaje mundial durante los últimos cuatro años. El japonés se lesionó en noviembre en un entrenamiento cuando intentaba realizar un cuádruple, el salto más difícil, y se dañó el tobillo derecho. Su vuelta estaba preparada para estas semanas, pero su recuperación todavía es una incógnita.
“Incluso si me hubiera clasificado para la final, no habría ido. Brian y Tracy, mis entrenadores, habían decidido que no participara, aunque no me lo habían dicho”, aseguró el español, que se prepara desde hace años en el Toronto Cricket Skating Club de Canadá. Esta estrategia desvela la importancia total que su equipo le da a los Juegos, hasta el punto de que el próximo Europeo (del 15 al 21 de enero), la última gran prueba antes de ir a Corea, será también escenario de preparación. “Quiero volver a ser campeón de Europa para seguir haciendo historia en el patinaje, pero también lo usaremos como entrenamiento para los Juegos”.
El propio patinador no pasa por alto la presión ascendente por la cercanía de los Juegos. “La presión puede venir de muchos lados, incluso de amigos o tu propia presión”, indicó. “El que más me exijo soy yo. Y eso es lo que me puede poner más nervioso. ¿Y si no lo consigo? Cuando se acercan los Juegos tienes un poco más de presión, piensas más en ellos. La única manera de contrarrestarla es entrenando mucho”.
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