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Los olvidados de la sierra de Sinaloa Desde mediados del 2017 decenas de familias se trasladaron de la comunidad de Concordia a las colonias de las periferias en Mazatlán, donde se han establecido en casas de retazos de lámina o cartón. La Comisión Estatal de los Derechos Humanos (el órgano local) emitió una recomendación al alcalde de Mazatlán, el destino turístico más importante de ese Estado, para que atiendan a las familias desplazadas que habitan sin servicios públicos y en condiciones precarias. Cecilio Saravia, un anciano de 74 años, vivía en la comunidad El Tecomate, una pequeña ranchería enclavada en la sierra de Sinaloa. Hace cuatro meses se vio obligado a abandonar su casa, cuando los grupos del crimen organizado que operan en la zona se apoderaron de su población y exigieron a los habitantes del lugar que se marcharan. Hector Guerrero (El País) La calle principal de Unión, una comunidad ubicada en una planicie a la orilla de la carretera que conduce a la sierra de Concordia. Hector Guerrero (El País) Marco Antonio, un niño de 8 años, limpia su improvisada casa de madera donde vive con sus padres y cuatro hermanos. Hasta hace 5 meses su vivienda estaba en la comunidad El Carrizal. Históricamente, los grupos de crimen organizado sinaloense han controlado ese territorio ya que es un punto geográfico estratégico para el tráfico de drogas desde México a Estados Unidos. Hector Guerrero (El País) En México la ley no contempla la existencia de campamentos de refugiados, de hacerlo, sin duda, este sería uno de ellos. Más de 200 familias han llegado en los últimos cinco meses a esta improvisada comunidad donde viven en condiciones precarias y de pobreza. La comunidad Unión cuenta solamente con dos tiendas de abarrotes y comestibles para 200 familias. Hector Guerrero (El País) Ante la falta de servicios, los habitantes de Unión se las tienen que ingeniar para realizar las labores más básicas, como en esta imagen donde un niño se lava en la calle ya que en su pequeña casa no cuentan con baño. Hector Guerrero (El País) Evodia Morales vio morir a cinco de sus vecinos a manos de los grupos armados que llegaron a su pueblo, El Rosario. Ahora vive en la colonia Unión, así la han llamado los desplazados que como esta mujer han levantado sus viviendas en ese terreno. Evodia cuida de su padre enfermo que tiene 85 años. Hector Guerrero (El País) La mayoría de las casas están hechas de madera y carecen de los servicios básicos. Sin embargo, una de las quejas más recurrentes entre los vecinos de Unión es del clima caluroso y húmedo de la zona, ya que ellos provienen de la parte alta del Estado donde hace más frío. Ahora soportan temperaturas de hasta 40 grados en verano. Hector Guerrero (El País) Ante la falta de atención de los Gobiernos locales, los pobladores se han organizado en grupos para ir arreglando las calles y mejorando el camino que da acceso a la comunidad. Hector Guerrero (El País) Esta comunidad ha recibido personas desplazadas durante más de 10 años. Ante las difíciles condiciones en las que viven, las familias se ven obligadas a migrar, en su mayoría a Estados Unidos, y con ello se diluye su condición de desplazados. Hector Guerrero (El País)
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