Crisis política en Brasil

La ratificación y el aumento de condena al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva por corrupción complica todavía más el panorama político del país sudamericano, sumido en una profunda crisis institucional desde la polémica destitución de la presidenta ganadora de los anteriores comicios, Dilma Rousseff, en agosto de 2016, y que este otoño celebrará elecciones presidenciales.

El fallo del Tribunal de Porto Alegre afecta directamente a estos comicios a los cuales Lula pretende concurrir como candidato del Partido de los Trabajadores (PT) y para los cuales era el gran favorito con una notable ventaja en las encuestas. La sentencia establece —además del aumento de la pena de cárcel de 9 a 12 años— la inhabilitación política, lo cual supone la exclusión del histórico líder brasileño de la carrera electoral.

La resolución de los jueces puede ser retrasada ya que Lula tiene derecho a una explicación de la sentencia, tras la cual, esta vez sí, será aplicada. Esto supone añadir incertidumbre a un proceso electoral crucial para el futuro del país.

A pesar de esta posibilidad, tal vez sea el momento de que el PT mire hacia el futuro y confíe en su indiscutible aval histórico para optar por un candidato que se pueda centrar en ganar las elecciones. Y no solo el PT. Brasil necesita que sus partidos e instituciones se liberen del lastre de la corrupción y presenten nuevos líderes que den paso a una etapa de regeneración democrática en la que los políticos se puedan centrar en las cuestiones políticas y los jueces en sus procesos.

La legislatura que ahora termina bajo la presidencia de Michel Temer ha sido la más convulsa de los últimos años. El colapso institucional  y los procesos judiciales por corrupción que han salpicado a todas las esferas y centros de decisión políticos y económicos del país han colocado a Brasil en una injusta situación.