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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

“No escriban cabreados en las redes sociales”

El director general de Tráfico no asume responsabilidad alguna en el caos de la AP-6, salvo la de su arrogancia

El director general de Tráfico, Gregorio Serrano, durante su comparecencia en el Congreso este lunes.Foto: atlas | Vídeo: Kiko Huesca (EFE). ATLAS
Gabriela Cañas

Lo bueno que tienen los tiempos parlamentarios es que permiten un análisis sosegado de acontecimientos que, en caliente, están sometidos a las siempre injustas emociones. El 6 de enero, 3.000 conductores quedaron atrapados durante horas en la AP-6 debido a una intensa nevada. Entonces, el director general de Tráfico, Gregorio Serrano, echó la culpa a los conductores —había abundantes avisos del temporal que se avecinaba— y a la concesionaria de la autopista. Este lunes, dos semanas después de aquello, Serrano ha comparecido ante la Comisión de Seguridad Vial del Congreso para dar explicaciones y llegar a la misma conclusión: los conductores hicieron caso omiso de las advertencias y la concesionaria lo hizo rematadamente mal.

Así es como entienden algunos la política. Ocupan cargos de responsabilidad para no asumir ninguna. Porque tampoco el hecho de que miles de ciudadanos sufrieran el abandono durante horas bajo el frío y la sed es culpa del Gobierno, sino, nuevamente, de la concesionaria, que no avisó a tiempo. Cuando su jefe y amigo, el ministro del Interior Juan Ignacio Zoido, era alcalde de Sevilla, Serrano era su concejal de Fiestas Mayores. Ambos han dado el salto a Madrid de la mano de Mariano Rajoy y, así, Serrano se ha convertido en director general de Tráfico sin ninguna experiencia en seguridad vial. Ayer, en una entrevista en Antena 3, Zoido ha tranquilizado a los ciudadanos sobre la competencia de Serrano para seguir en el puesto con todas esas virtudes que deben adornar a un buen gestor público: “Es muy trabajador, muy buena persona y, si se sintiera responsable de algo, él hubiera dado el paso”, ha dicho. Se supone que Zoido se refería a la conveniencia de que Gregorio Serrano dimitiera, no a que sea un hombre irresponsable.

Con todo, este experto en fiestas entonó un cierto mea culpa ante los diputados; eso sí, solo por su arrogancia. “Pido disculpas”, escribió durante la crisis de la AP-6 en Twitter, “a todos los que estén molestos porque la tarde de la tremenda nevada estaba con mi familia en Sevilla pasando el Día de Reyes, una maravillosa ciudad donde funcionan las líneas telefónicas e Internet”. Dos semanas después asegura que se traga sus palabras y aconseja “no escribir en redes sociales cabreados”, lo que quizá sea un mensaje también para los automovilistas atrapados entonces.

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Zoido y Serrano forman una pareja singular. En poco más de un año han protagonizado escándalos y errores suficientes como para hacer caso a la oposición y volverse a casa; desde reprimir a porrazos un referéndum que prometieron no se celebraría hasta remodelar una casa oficial en Madrid porque la habitual no tenía suficiente nivel pasando por esos largos fines de semana en Sevilla con la excusa de un acto oficial. En manos de Zoido está la seguridad del país y en la de Serrano, la del rescate en las carreteras. Hagan caso a este último: cuenten hasta 10.000 antes de desahogarse en las redes sociales.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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