Trampa mortal en el Tarajal

La muerte por aplastamiento de dos mujeres en el paso fronterizo hispano-marroquí de Tarajal II, en Ceuta, vuelve a poner sobre la mesa de forma trágica la necesidad de regular urgentemente las condiciones en las que miles de personas cruzan caminando a diario entre los dos países cargando enormes bultos con mercancías.

Son ya seis mujeres las que han muerto por avalanchas en ese lugar en los últimos doce meses y un total de 10 desde 2009. Se da la circunstancia de que desde que el pasado mes de febrero se abrió un paso específico para porteadores —con el fin de que no obstruyan el tránsito del canal fronterizo habitual que normalmente está muy saturado— se han registrado más muertes que nunca.

Marruecos acertó al establecer días alternos de paso para hombres y mujeres ante la avalancha de quejas de las segundas por agresiones sexuales de los primeros, pero aun así el problema de las trifulcas por el orden de paso y las ocasionales —y letales— avalanchas no ha sido solucionado. Hay graves factores que deben ser atajados cuanto antes, entre otros el pago de sobornos a los agentes marroquíes, que en esta ocasión originó la discusión que desembocó en una estampida. También está el problema de la venta de puestos en la fila que también provoca a veces enfrentamientos entre las personas que acumulan horas en la fila esperando cruzar a España.

El ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis, ha adjetivado diplomáticamente de “insatisfactoria” la situación en la frontera de Ceuta, pero es mucho peor que eso. Por encima de cualquier diferencia que puedan tener Rabat y Madrid, es necesario que acuerden de inmediato medidas que garanticen la seguridad de quienes a diario cargan grandes fardos tratando de ganarse la vida. Una frontera entre dos países amigos no puede convertirse en una trampa mortal.