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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sospechoso guante norcoreano

Es inadmisible que Trump sabotee una posible vía de diálogo con referencias incendiarias al tamaño de su botón nuclear

Donald Trump y Kim Jong-Un.Vídeo: Nicholas Kamm (AFP). Reuters-Quality

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El programa nuclear y de misiles norcoreano supone la amenaza más grave a la paz y seguridad que enfrenta el mundo. Bien fuera por un intercambio nuclear o mediante una guerra convencional, las consecuencias de un enfrentamiento armado serían devastadoras para la península coreana y para el mundo.

Se trata de un problema para el cual no ha habido hasta ahora una solución exitosa: tanto el diálogo y la negociación como la presión y las sanciones han fracasado. De la perseverancia de ese desafío hablan la decena de resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que el régimen norcoreano ha incumplido en la última década. La más reciente, aprobada el 22 de diciembre pasado como respuesta al lanzamiento de un misil balístico de alcance intercontinental el 28 de noviembre pasado, impone un duro régimen de sanciones a las importaciones de petróleo y maquinaria pesada norcoreanas.

Dado el hermetismo que domina las actuaciones del régimen norcoreano, es imposible saber si la mano tendida a Corea del Sur por Kim Jong-un en su discurso de año nuevo debe ser interpretada como una muestra de agotamiento que permita vislumbrar una oportunidad de negociación o una estratagema para dividir a la comunidad internacional y, especialmente, a los surcoreanos, precisamente cuando las sanciones están teniendo éxito.

Sea cual fuera la motivación, es obligatorio, como ha hecho el gobierno surcoreano de Moon Jae-In, explorar -con todo realismo y prudencia- las posibilidades abiertas por Pyongyang. Lo que resulta inadmisible es que ante un problema tan grave, el presidente Trump sabotee esa vía con referencias incendiarias al tamaño de su botón nuclear. Sus declaraciones muestran que la política exterior de Trump solo tiene un objetivo: alimentar el nacionalismo xenófobo y racista que le sostiene en el poder, aunque para ello sea necesario hacer del mundo un lugar más inseguro.

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