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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cataluña ensancha su fractura

El resultado electoral no cambió el equilibrio de fuerzas entre independentistas y no independentistas, pero la polarización aumenta y sus votantes se alejan

Resultado de las elecciones del 21D en Cataluña.
Resultado de las elecciones del 21D en Cataluña.EL PAÍS

Cataluña seguirá en la encrucijada. El equilibrio de 2015 apenas se movió, pese a todo lo ocurrido desde entonces. Ni se produjo un río de votos por la independencia, ni sus líderes fueron castigados en las urnas. La suma de Junts per Catalunya, ERC y la CUP consiguió el 47,5% de los votos, que es la cifra que los nacionalistas (y ahora independentistas) llevan repitiendo desde hace 18 años. En todas las elecciones desde 1999 se movieron entre el 46% y el 50% de los votos.

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Editorial | Incierto futuro

No puede ser una sorpresa. Nuestro promedio de sondeos colocaba a los independentistas algo por encima del 46% en votos. Para los tres partidos constitucionalistas esperábamos una cifra cercana al 44% y han logrado el 43,5%. La predicción también aproximó la suma de escaños. El modelo decía que los independentistas lograrían alrededor de 68 y han sumado 70. Ciudadanos, PSC y PP consiguieron los 57 escaños que eran su resultado más probable. No hubo tampoco sorpresas en las predicciones de mayorías. Dábamos una probabilidad del 54% para la mayoría independentista, que efectivamente se produjo. Habíamos descartado prácticamente la mayoría constitucionalista, que efectivamente quedo lejos, y veíamos difícil que ERC, PSC y los comunes sumaran 68 escaños: se han quedado en 57 diputados.

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Las encuestas estuvieron bien. O en sentido estadístico: normal. El promedio de sondeos no superó los dos puntos de error con Ciudadanos (2 puntos), ERC (0,8 puntos), PSC (1,4), CeC-Podem (0,5), CUP (1,7) y PP (1,3). Solo con Junts per Catalunya se produjo una desviación de casi 4 puntos. El error absoluto medio (MAE, por sus siglas en inglés) fue de 1,7 puntos por partido, que es inferior al error histórico de los sondeos en España y en Europa. Nuestro modelo asumía posibles errores con un MAE de 2,1 puntos. Las encuestas no fueron menos precisas de lo que cabía esperar: si alguien se sorprendió mucho por el resultado es porque no estaba leyéndolas bien.

Sí hubo sorpresas relativas. La más visible la protagonizó Junts per Catalunya, que aunque venía creciendo, pocos veían tan arriba. Pero la sorpresa más trascendental estuvo, probablemente, en la participación diferencial. Hubo abstencionistas ocultos: personaban que pensábamos que votarían y que al final no lo hicieron.

Los pronósticos de participación se cumplieron a medias. La participación subió hasta el 82% previsto; y lo hizo sobre todo en comarcas que en 2015 votaron menos independentista —como Baix Llobregat, Barcelonès, el vallès Occidental o Tarragonès. La movilización favoreció a los constitucionalistas, pero menos de lo esperado.

Los partidos independentistas sumaron 96.000 nuevos votantes (que suponen un 2% del censo) y los constitucionalistas 180.000 (un 4%). Pero los pronósticos esperaban un saldo a favor de los segundos algo mayor. Los datos del CIS indicaban que un 2% de los catalanes no habían votado en 2015 y ahora iban a votar independentista. Eso se cumplió. Pero la abstención del otro lado fue mayor. Había un 7% de catalanes que no habían votado en 2015 y ahora decían que lo harían por un partido constitucionalista; quizás no todos cumplieron.

Tomando distancia, ayer se confirmó que la sociedad catalana sigue dividida por la independencia. Así lo dicen los datos del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat: hay dos grupos antagónicos separados por el origen de su familia y el deseo de independizarse. En un extremo están el 37% de los catalanes, hijos de catalanes e independentistas. Y en el lado opuesto hay otro 37%, que son inmigrantes o hijos de inmigrantes, y que no quieren la independencia.

Los resultados de estas elecciones igualaron aún más los bloques. La distancia en votos entre independentistas y constitucionalistas se ha reducido de seis a cuatro punto. Pero sobre todo aumentó la polarización. Las posturas y opiniones dentro de cada bloque se alejan. Los votantes independentistas no castigan la vía unilateral que emprendió su gobierno. Los no independentistas, en cambio, han votado para rechazar ese plan.

Eso explica que Ciudadanos haya casi triplicado los votos que logró el año pasado en las generales: convenció probablemente a muchos catalanes que sentían que votando por Ciudadanos rechazaban la independencia. Los resultados dejan la imagen de un plataforma de hielo quebrada, partida en dos mitades que se alejan, lentamente, a la deriva.

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Sobre la firma

Kiko Llaneras
Es periodista de datos en EL PAÍS y doctor en ingeniería. Antes de llegar al periódico en 2016 era profesor en la Universitat de Girona y en la Politécnica de Valencia. Escribe una newsletter semanal, con explicaciones y gráficos del día a día, y acaba de publicar el libro ‘Piensa claro: Ocho reglas para descifrar el mundo’.

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