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Tentaciones

Participé en el campeonato mundial de 'PokerStars' sin tener idea y me comieron viva

El póquer no es un juego de azar, es un asunto serio. Uno de los requisitos es ser bastante empollón. Hay que estudiar mucho, practicar sin parar

La jugadora de origen ruso Maria Konnikova ha arrasado en el evento femenino.
La jugadora de origen ruso Maria Konnikova ha arrasado en el evento femenino.Neil Stoddart

El Hilton de Praga, situado junto al río Moldava, que cuenta con spa y casino, parece por dentro una urbanización de Beverly Hills. El patio central con palmeras genera una atmósfera bastante acertada para celebrar un campeonato de PokerStars, la compañía de póquer online más grande del mundo. Al entrar tengo la sensación de que este sitio sería muy del gusto de Tony Soprano. Me lo imagino comprando joyas para pedirle perdón a Carmela por alguna fechoría en las lujosas tiendas del interior. A mí también me gusta, no penséis que no tengo nada en común con Tony. Siempre estoy a favor de los escenarios de fantasía.

EL JUEGO Y LA VIDA

He sido enviada a este microclima de estética vaporwave sin tener ni idea de póquer ni de lo que me voy a encontrar. Recién llegada, me estoy comiendo un sándwich con una especie de salami checo muy sabroso cuando un señor con traje pasa por delante de mí con un maletín transparente hasta arriba de fichas. Camina con prisa porque lleva una fortuna encima a base de plástico de colores. Otro periodista y yo intercambiamos miradas de asombro. Un jugador español me cuenta que vive en un exilio forzoso en el Reino Unido, donde las leyes son favorables y se puede dedicar profesionalmente a echar hasta tres mil partidas diarias online, añorando la hermosa tierra de Galicia. Viajan y participan en los eventos en vivo porque es muchísimo más emocionante y divertido, pero no disfrutan de otros juegos propios del casino.

René Velli

El póquer tiene que ver con la suerte, sí, en lo que al reparto de cartas se refiere, pero en ningún caso sería apropiado considerarlo un juego de azar. La diversión es uno de los aspectos clave para prosperar. Te tiene que gustar, tienes que pasarlo bien. Pero otro de los requisitos es ser bastante empollón. Hay que estudiar mucho, practicar sin parar. Es un asunto serio, nada que ver con apostar al negro o al rojo y ver lo que pasa.

Cuando entro en la sala principal donde se está llevando a cabo el campeonato, es verdad que identifico algunos esbozos de familia Soprano repartidos por las mesas, pero ni mucho menos tantos como esperaba. El sutil sonido de cientos de jugadores acariciando sus fichas con las manos a la vez proporciona un ambiente de panal, de afanoso taller. Los participantes son variopintos. Muchos llevan auriculares, gafas de sol, capuchas, disfraces, y la mayoría trae estudiada una performática personal. En general se habla poco y hay quien prefiere pasar las horas en completo aislamiento, unas veces para concentrarse mejor y otras para despistar a los contrincantes.

"Me encuentro con la extraordinaria Maria Konnikova. Este portento con sudadera de PokerStars acaba de arrasar en el evento femenino. Escritora de éxito, con dos carreras y especialista en aplicar sus profundos conocimientos psicológicos a la vida cotidiana"

Un chico ha venido vestido de mapache y no para de hacer bromas en su mesa, lo que provoca respuestas cínicas a su alrededor. La mayoría de la gente aquí reunida es bastante diestra en el arte de mantener la elegancia. A veces alguien pierde y se enfada, o gana y se alegra, y levanta antipatías porque el descontrol de las emociones está muy mal visto. Hay que mantener la compostura pase lo que pase. Los croupieres son expertos en eso, siempre gráciles.

Las masajeadoras encargadas de aliviar los dolores musculares de los jugadores que se parten el cuerpo durante horas sin moverse de la mesa trabajan con fuerza, en silencio. Contar con una buena condición física ayuda a resistir mejor la partida, a concentrarse, porque el entumecimiento acecha y al final del día acaba pesando como un toro. Las barritas de proteínas son un recurso habitual y los jugadores comen sin levantarse, ayudándose de mesitas auxiliares o banquetas. Desde fuera, la sala de cash game, en la que se apuesta con dinero de verdad y no se admiten observadores, ofrece un ambiente muy distinto, una tirantez mucho más empañada. Todo el mundo insiste en que los profesionales serios no disfrutan de los casinos ni de apostar con billetes. También insisten en que la actitud es tan importante como el estudio y la práctica.

Neil Stoddart, Rational Intellectual Holdings Ltd

LA PRESA FÁCIL

Estoy recibiendo un cursillo rápido para incorporarme al evento femenino, tratando de ensayar mi cara de circunstancias y de adoptar los modales apropiados frente a mi maestro, un croupier encantador que trata de que asimile ciertas nociones de estadística sin éxito. No estoy lista en absoluto y ni siquiera tengo claras las reglas básicas, pero me acompañan sin acreditación de prensa y con doscientos euros en fichas hasta una mesa en la que me esperan algunas de las mejores jugadoras del mundo. Llevan ropa cómoda, sus lenguajes corporales son relajados y están llenos de confianza.

A estas inteligentísimas mujeres les cuesta poco identificarme como novata perdida y siento que en su escaneo me están viendo hasta los traumas infantiles a través de las costillas. Algunas me miran con condescendencia, otras hacen chistes, la de mi izquierda trata de darme indicaciones con piedad y la de mi derecha nunca llega a quitarse los auriculares. La situación es tan estresante que me siento con las tripas abiertas frente a ellas, riéndome de mi propia incompetencia con los hombros encogidos.

Neil Stoddart, Rational Intellectual Holdings Ltd

De repente, llueve sobre mí la suerte del principiante, me tocan dos ases, apuesto fuerte a esta mano y la gano. Tener varias torres de fichas delante es una sensación triunfal, pero mi fortuna dura poco y, mirando a los ojos risueños de una de las chicas que me están desarmando con cierto cariño, noto que me está bajando la regla, que se me descompone el intestino, que llegan los dolores de vientre y riñón.

Tengo que abandonar cuanto antes. Aguanto el tirón, rodeada de estas simpáticas fieras que salivan por mis fichas, deseando que me devoren cuanto antes para descansar de semejante presión. Poco a poco voy perdiendo hasta que, en menos de una hora, Gaëlle Baumann, una célebre jugadora francesa, se encarga de desplumarme y puedo por fin alejarme aliviada con la postura de Chiquito.

Más tarde me encuentro con la extraordinaria Maria Konnikova, jugadora de origen ruso que emigró a Estados Unidos a los cuatro años. Este portento de unos cincuenta kilos con sudadera de PokerStars y cabellera suelta acaba de arrasar en el evento femenino. Escritora de éxito con dos carreras, dos libros, un tercero en proceso y una larga lista de colaboraciones en diferentes periódicos y revistas a sus espaldas, es especialista en aplicar sus profundos conocimientos psicológicos a la vida cotidiana.

"A veces alguien pierde y se enfada, o gana y se alegra, y levanta antipatías porque el descontrol de las emociones está muy mal visto. Hay que mantener la compostura pase lo que pase"

Mientras tomo notas en un cuaderno, bebe agua y me dice que ella también prefiere escribir a mano. La posición de su cuerpo es siempre segura, relajada, correcta. Sonríe, mantiene la calma y la cercanía y me habla de cómo han cambiado para ella las cosas en el último año, desde que pasó de escribir habitualmente en el New Yorker a convertirse en una jugadora brillante a nivel mundial. El póquer no sólo ha conseguido que aumenten la confianza en sí misma, su capacidad para examinar el entorno y para tomar decisiones, sino que cada partida le resulta un acontecimiento literario fascinante de estructura perfecta. El yoga es su mejor aliado para mantener cuerpo y mente en forma durante las horas de entrenamiento y competición.

En general está muy contenta pero a veces tiene que lidiar con prejuicios. Para empezar, los de su propia abuela rusa, que desprecia por completo el giro que ha dado su existencia, pero también con el frecuente machismo de algunos jugadores con los que ha compartido mesa en torneos con normas menos rígidas que las que imperan aquí. Los inconvenientes de esta calaña la enfadan, pero no le impiden ganar de todas formas.

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