Lejos de casa, pero ¿dónde?
El autor de este blog detalla dónde se localizan las dos bases científicas que España tiene en la Antártida
Cuando el pasado mes de julio desde el Comité Polar Español me informaron de que había sido seleccionado para participar en la XXXI Campaña Antártica llevada a cabo por nuestro país, aparte de la lógica alegría al recibir la noticia, empecé a comunicárselo a mis familiares y amigos. Pronto detecté por sus comentarios que no sabían exactamente a qué lugar iba a viajar.
Cuando uno cuenta que va a la Antártida, la primera imagen mental que les viene a la cabeza a las personas es la de una base científica en mitad del continente blanco, rodeada de hielo y nieve por todas partes, y sometida a unas condiciones meteorológicas insufribles, de muchos grados bajo cero y fortísimas ventiscas. La realidad es que, si bien las dos bases antárticas españolas –la BAE Juan Carlos I y la Base Gabriel de Castilla– no se ubican en una zona que podamos calificar de confort climático, tampoco sufren, salvo en contadas ocasiones, la rigurosidad con la que el imaginario popular concibe el clima de la Antártida.
Ambas bases se localizan en la zona periférica de la región antártica, concretamente en el archipiélago de las Shetland del Sur, situado al norte de la península Antártica, en una zona expuesta a los fuertes temporales que acontecen en El Paso de Drake, que es la franja marítima que separa ese territorio antártico del extremo sur de América. La BAE Juan Carlos I, gestionada por el CSIC, se localiza en la Bahía Sur de la isla Livingston, en una zona resguardada, no tan abierta al indomable Drake como la zona norte de la isla.
La Base Gabriel de Castilla, gestionada por el Ejército de Tierra, está enclavada en otra isla, situada algo al sur de Livingston, en aguas del estrecho de Bransfield, que separa las Shetland del Sur de la península Antártica. Allí, a escasas tres horas de navegación desde la BAE Juan Carlos I, está la isla Decepción, uno de los enclaves antárticos más singulares, ya que se trata de la cima del cráter de un volcán activo, en su mayor parte sumergido. Aparte de la actividad científica que se lleva a cabo allí durante la campaña, en Decepción tampoco faltan los turistas. Es el lugar de la Antártida más visitado; parada obligada de los cruceros que surcan aquellas frías aguas.
En ese par de islas desiertas e inhóspitas, situadas a algo más de 12.000 kilómetros de suelo patrio, se levantan nuestras bases antárticas y se hace ciencia. Durante las campañas es costumbre levantar tótems donde los distintos participantes clavan carteles con el nombre de sus ciudades y pueblos y las distancias kilométricas a casa. Estos postes ponen la nota de color en aquellos parajes dominados por la escala de grises, aunque su presencia es efímera, ya que el machacón viento siempre termina derribándolos.
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