Calladas
Parece que aún es necesario recordarlo, así que allá vamos: la culpa de una violación no es de la víctima, sino del agresor
“No sé por qué te estoy contando todo esto, pero te lo cuento”. Hace dos años, sentada en un sofá frente a Risto Mejide, Carmen Maura dijo algo que no había contado en las cientos de entrevistas que ha dado durante su larga carrera: que, cuando tenía 30 años, un hombre asaltó su casa y la violó. Cuando llamó a la policía para denunciarlo —fue valiente, era la España de 1975— los agentes que la atendieron, al enterarse de que era actriz, preguntaron: "¿Y estás segura de que tú no quieres hacerte conocida?".
Ahora todo el mundo sabe que Harvey Weinstein acosaba a las actrices. Ha habido quien, de manera irresponsable, preguntaba por qué no lo denunciaron en su momento o después, cuando ya eran personajes importantes como Angelina Jolie. ¿No podrían haber ayudado a que no les pasara a otras? ¿Ese silencio no las convertía en cómplices? Bien, parece que todavía es necesario recordarlo, así que allá vamos: la culpa de una violación no es de las víctimas, sino del agresor.
Han pasado dos años desde la confesión de Carmen Maura y, aunque hemos avanzado denunciado actitudes sexistas, sigue siendo difícil escuchar a personajes públicos reconocer que han sido víctimas de abusos. Y, aunque solo sea por estadística, existen: en España, en 2016 se produjo una violación cada 8 horas.
Pero el macabro mecanismo que cuestiona la versión de las víctimas y las culpabiliza está igual de vigente como cuando esa pareja de agentes llegó a casa de Carmen Maura en los últimos días del franquismo. ¿No sería que las víctimas de Weinstein querían conseguir un papel en la película que estaba produciendo? Mmm...
No cuesta tanto entender su silencio leyendo algunos titulares. Jueces que quieren saber si la víctima había repetido con suficiente insistencia que no quería tener relaciones. Incluso que le preguntan si cerró bien las piernas. Y eso no es el guion de una película de ficción.
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