Pegarle fuego a la banca como protesta artística
Un 'performer' ruso, arrestado en París tras incendiar una sucursal del Banco de Francia
La última performance del ruso Piotr Pavlenski, quien en la madrugada del lunes incendió las puertas de una sucursal del Banco de Francia en París, es una de las menos dolorosas que ha realizado este artista político que, entre otras acciones, se ha clavado el escroto al pavimento de la Plaza Roja de Moscú, se ha cosido la boca o se ha cortado el lóbulo de una oreja para protestar por la situación en la Rusia de Vladímir Putin. Aun así, le podría salir muy cara. Pavlenski permanece arrestado y el Banco de Francia amenaza con una demanda. En juego podría estar el asilo que obtuvo este mismo año junto con su esposa, Oksana Chaliguina, también arrestada por participar en su última acción artístico-política.
Su nueva acción, titulada Eclairage (“Iluminación”) se produjo de madrugada y de ella fueron testigos un puñado de periodistas avisados poco antes por el propio autor, quien, junto a su esposa, se plantó en la icónica plaza de la Bastilla de París, roció de gasolina la entrada de la sucursal del Banco de Francia y posó ante su puerta, delante de las llamas, vestido rigurosamente de negro.
“Incendiar el Banco de Francia es iluminar la verdad que las autoridades nos quieren obligar a olvidar”, afirmó Pavlenski en un comunicado distribuido tras su acción. “El Banco de Francia se ha adueñado de la plaza de la Bastilla, los banqueros han tomado el puesto de los monarcas”, añade el escrito.
La acción es prácticamente una réplica del incendio que Pavlenski, de 33 años, provocó en 2015 en la entrada de la Lubianka, la sede histórica de los servicios secretos rusos herederos de la Cheka y el KGB, en una representación gráfica, dijo, de “las puertas del infierno”. El autor pasó siete meses en detención preventiva.
También se ha cosido los labios en protesta por la detención y encarcelamiento de las cantantes del grupo de punk Pussy Riot y se ha clavado los testículos al suelo de la Plaza Roja como “metáfora de la apatía, de la indiferencia política y del fatalismo de la sociedad rusa”.
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