La fiebre especulativa del bitcoin
La criptomoneda está teniendo un comportamiento similar al que protagonizaron los tulipanes en el siglo XVII
Comprar lingotes de oro, pujar por los valiosos cuadros que saca a subasta la baronesa Thyssen o almacenar billetes de 500 euros en el altillo de un armario son formas tradicionales de preservar el dinero. El mundo de Internet ha generado otras opciones, menos tangibles y más desconocidas, como el bitcoin, esa moneda virtual que en los últimos tiempos está siendo sometida a fuertes vaivenes.
El origen de la tormenta es un informe de JP Morgan, el mayor banco de inversión de Estados Unidos, que ha venido a confirmar algo que muchos ya intuían: el bitcoin es un fraude. Esta criptomoneda circula en el mundo digital con una extraordinaria fuerza especulativa. Sin saber cómo ni por qué, un bitcoin ha llegado a alcanzar la astronómica cifra de 5.000 dólares. Los expertos del dinero aseguran que este no es, ni por asomo, su precio real. Hablan de “burbuja” y comparan su espectacular subida de la divisa online con la crisis de los tulipanes que experimentaron los Países Bajos en el siglo XVII.
La revalorización de esta planta, que debe su nombre a la palabra turca “tülbent” (turbante), alcanzó tal magnitud que hizo temblar los mercados. En aquellos tiempos, los bulbos de tulipán se pagaban a precios descomunales. La exótica liliácea generó una febril tulipomanía en Holanda, que culminó en una desbocada espiral especulativa. Un bulbo se cotizaba a 1.000 florines y era suficiente para comprar una casa en Amsterdam.
El escritor Charles Mackay, amigo de Charles Dickens, explicaba en su libro Delirios multitudinarios. La manía de los tulipanes y otras famosas burbujas financieras la fascinación que causó aquel espejismo financiero. “Invertían en tulipanes nobles, granjeros, mecánicos, pescadores, lacayos, criadas, e incluso deshollinadores y costureras ancianas”. Pero cuando hasta las variedades más inusuales se convirtieron en algo corriente su preció se desplomó. La “burbuja” pinchó.
El bitcoin está teniendo un comportamiento similar al que protagonizaron los tulipanes hace tres siglos. La moneda creada (supuestamente) por el empresario e informático australiano Craig Wright, es escurridiza, difícil de rastrear y de imposible regulación: perfecta para las transacciones ilegales derivadas de la ciberdelincuencia, como la venta de drogas o el tráfico de pasaportes falsos. Es también utilizada por los hackers para solicitar rescates por el secuestro de información sensibles a grandes corporaciones.
Situada al margen de los sistemas financieros convencionales, hay quienes sospechan que detrás de los ataques informáticos a gran escala vinculados al virus WannaCry está Corea de Norte, cuyo propósito último sería llenar sus arcas con bitcoins para que el régimen de Kim Jomg-un eluda de manera encubierta y sibilina el aislamiento financiero. Por si acaso, China ya ha puesto coto a la opaca cibermoneda.
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