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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El giro afgano de Trump

EE UU anuncia ahora que incrementará sus efectivos y sus operaciones en Afganistán

Un grupo de talibanes pertenecientes a un comando armado entregan las armas en Jalalabad.
Un grupo de talibanes pertenecientes a un comando armado entregan las armas en Jalalabad.GHULAMULLAH HABIBI (EFE)

Antes de su llegada al poder, Donald Trump sostuvo de forma reiterada e insistente que lo primero que haría al llegar a la presidencia sería retirar a las tropas estadounidenses de Afganistán. Ahora, en otro de esos giros de 180 grados a los que nos tiene acostumbrados, ha anunciado que lejos de retirar los 8.400 soldados desplegados en ese país, incrementará sus efectivos y sus operaciones.

Los motivos de dicha decisión son fáciles de comprender. Después de casi 16 años de conflicto —el más largo en el que se ha visto involucrado el Ejército estadounidense—, 2.403 soldados americanos caídos en combate y miles de millones de dólares gastados, los principales asesores militares de Trump, con el concurso del Pentágono, le han convencido de que una retirada estadounidense dejaría a Afganistán en la misma situación de vulnerabilidad en la que quedó Irak en 2011, abriendo el paso a una toma del poder por parte de los talibanes y la eventual conversión del país en un santuario terrorista desde el que —como ocurrió en el fatídico 11-S— atentar nuevamente contra EE UU.

Como Obama en su momento y George W. Bush antes que él, otro presidente estadounidense ha optado por el mal menor: continuar con la guerra a sabiendas de que en el horizonte no hay atisbo de una victoria militar, un Estado afgano capaz de ocuparse de sí mismo o una fecha de retirada verdaderamente creíble.

Afganistán ha sido la tumba de todas las potencias que han intentado dominarlo, fueran el Imperio Británico, la Unión Soviética o EE UU. Ha demostrado con creces ser imposible de controlar sin el concurso de los pastunes y la colaboración activa de Pakistán, los dos elementos en los que se apoyan los talibanes. Por ello, la afirmación de Trump de que no pretende construir una nación sino solamente “matar terroristas” no solo es una bravuconería sino la prueba de que EE UU persiste en cometer los mismos errores una y otra vez.

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