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Mujeres, los pilares invisibles de Senegal La Constitución senegalesa afirma que hombres y mujeres son iguales ante la Ley, pero ellas son discriminadas. Aún así, trabajan por sus familias y la comunidad Las mujeres senegalesas sufren una fuerte discriminación social y no pueden ejercer sus derechos. Apenas tienen acceso a la propiedad y a los créditos bancarios a pesar de que constituyen la mayor fuerza de trabajo del país y de que su labor en agricultura y ganadería es esencial. En la imagen, dos mujeres canalizan el agua en Enampore, Casamance. Esta región, característica por sus manglares, es rica en ostras. Ellas se encargan de recolectarlas, procesarlas y venderlas, haciéndolo de una forma sostenible. El comercio de la ostra juega un papel fundamental en el sustento de las comunidades de la Casamance, además de ser una fuente de proteína para las familias. Con las conchas elaboran cal que luego usan en sus casas o venden como material de construcción. Sara Moralo La mayoría trabaja en el sector informal donde están expuestas a abusos y aún existe una elevada tasa de abandono escolar femenino. Sólo el 43% de las mujeres mayores de 15 años saben leer, frente al 68 % de los hombres, según el Banco Mundial. En la fotografía, dos niñas asisten a clase en la aldea animista Elubaline, Casamance. Sara Moralo La ablación y otras formas de violencia de género son ilegales, pero aún muy comunes debido a una falta de persecución y penalización de dichas prácticas por parte del Estado. Las mujeres senegalesas sostienen el país pero son invisibles en la sociedad. En la imagen, una artista de batik pinta telas en Ehidj, Casamance, donde enseña gratuitamente esta 'técnica de teñido por reserva' a otras mujeres y niños de la aldea.
Sara Moralo Más del 80% de las mujeres trabajan en el sector informal, el cual constituye el 41.6% del PIB en Senegal. La falta de regulación conlleva la precariedad e inseguridad laboral para todas estas trabajadoras que están excluidas del sistema de seguridad social y expuestas a abusos en su lugar de empleo. en la fotografía, una mujer lava las sábanas a mano en un hostal de Dakar. Sara Moralo Una anciana de Elubaline. La esperanza de vida en Senegal es de 68 años para las mujeres y 64 para los hombres. Ellas tienen cinco hijos de media y un acceso muy limitado a servicios para la salud sexual y reproductiva.
Sara Moralo Denabu Dialo, de Nandoumary, muele cacahuetes mientras cuida de su bebé Yacaridiau. Un elevado porcentaje de mujeres en las áreas rurales tiene anemia, especialmente aquellas que están embarazadas.
Sara Moralo Hawa Dialo pela un mango para su hija Dalanda (Nandoumary). Las mujeres suelen ser ofrecidas en matrimonio a edad muy temprana, y la mitad de ellas forman parte de uniones polígamas en las que comparten la carga del trabajo doméstico.
Sara Moralo Mujeres de Elubaline preparan la cena para las casi 60 personas que viven en este impluvium, que es un tipo de casa típica de los pueblos diola y están diseñadas para acumular agua.
Sara Moralo Una mujer diola trabaja con algodón en Elubaline. La industria del algodón representa el 2% del PIB del país y el 5% de las ganancias por exportación. Es un sector en recesión debido al cambio climático y a los bajos precios que los agricultores reciben por la recogida manual del material. La mayoría de los recolectores son mujeres y jóvenes.
Sara Moralo Una aldeana de Elubaline saca agua de un depósito. En 2015, el 78.5% de la población total y el 67% de la rural tuvo acceso a una 'fuente de agua mejorada'. Sin embargo, solo el 34% de la población rural tuvo acceso a un sistema de saneamiento adecuado ese mismo año.
Sara Moralo Una niña del club de fútbol Kadjokor, en el pueblo Boucotte (Casamance) juega los fines de semana que puede. Muchas niñas no pueden asistir a los entrenamientos o tienen que dejar de jugar al fútbol para ayudar a sus madres con el trabajo doméstico.
Sara Moralo Varias mujeres de la familia Soure preparan la cena en Nandoumary. De izquierda a derecha: Muminatou, Babaen, Oumou y Ayiyatou. Al final de la estación seca la comida y el agua escasean. Los aldeanos se alimentan de los pocos víveres que quedan de la última cosecha de arroz y maíz. También cuentan con cacahuetes, mangos y la fruta del baobab.
Sara Moralo Ayiyatou Soure tamiza el maíz molido para preparar harina. Sara Moralo