Felices y con flotador
Este año está siendo el de las famosas con hinchables, cuanto más grandes mejor
Los veranos dan para todo tipo de excesos, pero cuando se mezclan con los likes desatamos a la bestia. Este año está siendo el de las famosas con flotador. Una forma como otra cualquiera de llamarlo, porque en realidad se trata de subirse a una especie de Hummer apto para superficies acuáticas y posar así como quien no quiere la cosa, lo más “natural posible”. Es decir, encontrar el hinchable más grande y hortera que venda cualquiera de las 20.000 tiendas de chinos de Rodeo Drive (si es que hay tiendas de chinos en semejante sitio) y dedicarse a probar posturitas a cual más sencilla, para que la foto resulte impactantemente seductora y así los fans instagramerosse vuelvan locos dando al me gusta #toelrato, que diría el halcón reconvertido en cordero Risto Mejide.
Un día es Sofía Vergara sobre un toro de rodeo con lazada incorporada en Los Ángeles. Otro, Eva Longoria sobre un flamenco rosa XXL. Al siguiente, Irina Shayk sobre unos labios en los que cabe un equipo de béisbol y ella está reluciente nada más dar a luz. Poco después, llega Amaia Salamanca con su colchoneta en forma de cactus; Ariel Winter sobre una porción de pizza o la omnipresente Kendall Jenner con biquini retro, gafas idem, pamela extra large y, cómo no, otro flamenco rosa. Todo, como ya dicho, muy casual y de andar por casa.
El asunto es que, cuando uno cree que esta moda es cosa de famosos empeñados en seguir alimentando el mito, un día estás en la cantina del curro y escuchas a tus espaldas: “Me he comprado un flotador de flamenco. Ahora solo tengo que encontrar una piscina en la que me dejen hincharlo”. Te quedas con la misma cara que uno de los 290 ejemplares de cóndor de California que quedan en el mundo (les ruego que busquen y atiendan a esa cara de verlo para creerlo).
El mundo explota, pero los días pasan así, sobre labios, aves del paraíso y porciones flotantes de pizza cuatro quesos. Un desparrame de glamour para mayor gloria del deporte de proclamar que todos vivimos felices y comemos perdices, aunque por dentro nos corroa la mugre. Ah, por cierto, yo ya tengo mi foto flotante sobre el sillón de colores más grande que encontré, con fondo de palmeras incluido. Y reconozco que pase un rato estupendo.
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