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CLAVES
Columna
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Une y perderás

En una democracia, la política debe permanecer blindada al terrorismo

Víctor Lapuente
Llegada a la basílica de la Sagrada Familia donde se celebró la Misa por la Paz en memoria de las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils.
Llegada a la basílica de la Sagrada Familia donde se celebró la Misa por la Paz en memoria de las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils. EFE/Casa de S.M. El Rey

Es tentador relacionar los atentados en Cataluña con el proceso soberanista. Pero utilizar la tragedia terrorista para tratar de calmar los ánimos en otras dimensiones políticas es una idea desastrosa.

En una democracia, la política debe permanecer blindada al terrorismo. Los asesinos ganan si alteran nuestra vida. No podemos permitir que modifiquen lo que queremos, pero tampoco lo que no queremos. El terrorismo solo puede cambiar nuestra forma de combatirlo. Tras cada atentado, debemos ajustar las políticas de seguridad y prevención. Como, en su momento, hacer más estrictos los controles en los aeropuertos o, ahora, poner barreras anticamiones.

Pero el resto de áreas de acción pública deben quedar inmunes. Y ello es difícil en el actual formato de discusión política, donde la reacción a las declaraciones del adversario da titulares inmediatos. Cuando lo que importa es conseguir muchos “me gusta” en las redes sociales, lo que nos define es lo que nos disgusta. La estrategia mediática ganadora es empaquetar todo lo que despreciamos dentro del mismo mensaje y así asegurarnos que este reverbera con fuerza entre los nuestros.

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Los recientes atentados en Cataluña son un ejemplo notorio. Muchos han intentado asociar la locura del terrorismo con todas las cuestiones que les desagradan de la sociedad catalana: el proceso soberanista, la turismofobia, o simplemente que los Mossos cobren más que la Guardia Civil. En el otro extremo, muchos secesionistas han encontrado en la gestión del atentado razones para justificar la independencia de Cataluña.

De hecho, la fortaleza del secesionismo reside en su maleabilidad intelectual. El independentismo es una máquina que convierte cualquier elemento de la realidad —del retraso de los trenes y las huelgas aeroportuarias a los actos terroristas— en munición para la causa secesionista. Unir terrorismo y secesionismo es darles más materia prima.

Los movimientos rupturistas, sean más o menos violentos, se alimentan de mezclar y agitar los problemas. Solo así pueden imponerse a las opciones que buscan reformas graduales. No caigamos en su trampa. @VictorLapuente

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