El niño que quiso perfeccionar el Monopoly
Félix Zapata diseñó cuando tenía 12 años un tablero para hacer más entretenido este juego de mesa
En tardes de aburrimiento o noches de reunión familiar, una partida al Monopoly siempre es una de las opciones a tener en cuenta. Incluso hay quien decide empezar de nuevo y echar una segunda. Pero quizá a quien se plantea tres rondas, este juego de mesa puede resultar algo repetitivo. Al menos esto era lo que le pasaba a Félix Zapata, que en 2003 decidió diseñar un tablero adicional para un juego que adoraba y aborrecía a partes iguales.
"Cuando tenía 12 años estaba un poco harto del típico Monopoly, por lo que decidí crear por mi cuenta un tablero acoplable al que ya tenía", rememora Zapata. Así, con un trozo de cartón, un rotulador y la idea en mente, dibujó un espacio de juego para que las horas que pasaba con la familia y los amigos fueran más amenas. "A todos mis conocidos les sorprendió que se me ocurriera este invento a esa edad. Cuando vieron las posibilidades que ofrecía, ya nunca más quisieron jugar al Monopoly tradicional", cuenta este joven de 26 años.
El diseño que creó Zapata se basa en un tablero cuadrado con 68 casillas y un hueco en el centro para encajar el que incluye el Monopoly o el Superpoly —su versión española—. De esta forma, queda un tablero exterior y uno interior que se conectan a través de casillas llamadas "pasadizos". Estos a su vez son el punto intermedio entre los "parques" del tablero nuevo y las "estaciones" del que queda en el interior. Al igual que en el original, cuenta con casillas para edificar y otras como las de "sorpresa" y "caja" en las que el jugador debe coger tarjetas, con la novedad de que le pueden mandar a un tablero diferente. Debido a que el número total de casillas asciende a 108 —ya que a las 40 que tiene la versión original se suman las 68 del nuevo tablero—, se comienza a jugar con 600.000 euros en lugar de 300.000. "La inclusión de este nuevo tablero hace las partidas algo más largas y entretenidas. Supone una innovación en un juego que solo cambia el nombre de las calles en cada edición que saca", afirma Zapata.
Pero pese a que lo ideó en 2003, este madrileño no decidió patentarlo hasta hace tres años. "A raíz de una charla que dieron en mi universidad me enteré de cómo funcionaba el sistema de patentes en España. Fue entonces cuando pensé que era una buena forma de dar a conocer aquello que tenía en casa", dice este joven inventor. Y, aunque afirma que no lo hizo por dinero, sí reconoce que lo presentó a diversas empresas que no mostraron interés por el producto.
Hoy, este doctorando en Química por la Universidad de Alcalá, recuerda ese episodio como una anécdota más de una de sus aficiones. "A partir de ahora espero patentar algo en la Química, que es lo mío. Después de tanto hincar codos, confío en hacer algo con más relevancia que el Monopoly. Aunque aquel invento resulta curioso, ¿no?", finaliza entre risas Zapata.
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