En la capital conviven hasta 16 tipos de carril-bici que no se respetan
El Ayuntamiento se compromete a eliminar las vías ciclistas que invaden las aceras
Ir en bicicleta por Madrid es complicado tanto para los ciclistas como para los conductores. En la capital hay hasta 16 tipos de carriles-bici: desde los que se integran en las vías junto al coche hasta los que van segregados en carriles exclusivos. Y ni las bicicletas ni los coches respetan la mayoría de ellos. El actual Gobierno de Ahora Madrid admite que no todos los carriles-bici funcionan y se ha comprometido a eliminar los que discurren por las aceras.
La variedad de carriles-bici es consecuencia de los diferentes modelos aplicados por los distintos partidos políticos que en la última década han gobernado el Ayuntamiento. De hecho, una de las principales quejas de las asociaciones de ciclistas es “la falta de una estrategia sólida” para incentivar el uso de la bicicleta, que, según sus cálculos, apenas supone entre el 1% y el 1,5% de los modos de transporte de la capital.
La asociación En bici por Madrid calcula que hay al menos 16 tipos de carriles-bici: tres modalidades distintas que discurren por la acera (por ejemplo, como el que conecta O’Donnell con el Retiro); los carriles 30 (comparten la vía con los vehículos, que reducen la velocidad a un límite de 30 kilómetros por hora, y estos son de tres tipos, según el ancho de la vía); nueve ciclocalles distintas, que son exclusivas para bicis, pero que varían en función de si comparten espacio con vehículos o peatones; y por último, la pista ciclable, como en la Casa de Campo.
En varios recorridos por el centro de la ciudad, esta publicación ha podido comprobar que ni ciclistas ni conductores respetan los carriles-bici. Es fácil ver coches, motos y hasta autobuses públicos, que invaden el espacio exclusivo de las bicicletas. Algunos ciclistas tampoco respetan, por ejemplo, el nuevo bulevar de Santa Engracia, donde deben circular por el centro, y se meten en el tramo reservado al transporte público.
Patricia Galán, de 34 años, usa diariamente la bicicleta, tanto para trabajar como por simple ocio. Prefiere utilizar los carriles 30, porque se siente más segura que en los carriles segregados, como los de las calles de Santa Engracia y de Alberto Aguilera. Ella cree que este tipo de vía ha permitido que la bici se haya incorporado como un medio más a la calzada, obligando al resto de vehículos a reducir la velocidad. Y con ella coinciden las asociaciones de ciclistas.
Galán destaca que todavía muchos conductores no saben que el hecho de que pedalee por el centro del carril no es por robar espacio, sino por seguridad y que así lo indican las normas de circulación. “La ciudad todavía no está estructurada para que nos movamos en bicicleta”, opina.
El portavoz de Pedalibre, Iñaki Díaz de Etura, asegura que, pese al despliegue de carriles-bici en la ciudad, este aún no es suficiente para atraer a nuevos usuarios. La geografía de la capital, con sus muchas cuestas y pendientes, es otro de los motivos en contra del impulso de este vehículo, que es uno de los pocos junto a caminar que no contamina. “Al menos en la actual Administración se ve una idea clara de lo que quiere hacer: retirar la mayor cantidad de coches posibles de la vía”, afirma Díaz de Etura.
En 2014, cuando arrancó el servicio municipal de alquiler de bicicletas, BiciMad, bajo la gestión de Ana Botella (PP), el número de usuarios se incrementó hasta un 80%, según apunta Miguel Sampeiro, responsable del blog En bici por Madrid. En 2006 la cifra oficial del Ayuntamiento de usuarios de la bici era del 0%, frente al 36% que caminaba, el 34% que prefería el transporte público y el 30% que iba en coche propio.
Un taxi impide la circulación en el carril-bici de la calle de Santa Engracia. via GIPHY
Desde entonces, si el uso de la bici ha ido en aumento, no ha sido por una mayor inversión en infraestructura, ya que se ha optado casi siempre por soluciones de bajo coste. Como pintar un carril en la acera o reducir la velocidad en la calzada, ejemplifica el presidente de Madrid Probici, Luis Álvarez.
Yohan González, de 26 años, usa la bici desde hace tres para desplazarse por la ciudad, aunque a él lo que le gusta es ir por el Anillo Ciclista. “En la parte de la ciudad dentro de la M-30 ir en bici es una locura”, asegura, pues ha llegado a sentir como si los coches le pasaran por encima. “Es un caos, con tantos tipos de carriles y espacios en blanco para conectar los recorridos”.
La estrategia a largo plazo del actual Ayuntamiento, según un portavoz, combina “diferentes soluciones técnicas para tejer una malla de itinerarios ciclistas”. En 2018 está previsto que entre en funcionamiento el Área Central Cero Emisiones, que pretende restringir la circulación en todo el distrito Centro. “La eliminación del tráfico de coches permitirá la circulación de bicicletas en condiciones más seguras, sin necesidad de carriles-bici exclusivos”, apuntan desde el Consistorio.
Almudena Vallid, una estudiante de 24 años, utiliza a diario el carril-bici porque vive en el centro y opina que pierde menos tiempo que en transporte público. Solo por esta razón prefiere la bicicleta, pero reconoce que pasa miedo y más de una vez se ha caído. Sobre todo teme los carriles-bici que van en medio del tráfico. “Los coches pasan muy cerca, no ponen el intermitente, se ve que están muy crispados y las bicis somos las que lo pagamos porque no estamos aisladas”, comenta.
Pese al interés de las asociaciones de ciclistas en que se impulse el uso de la bicicleta, la realidad es que no es una de las prioridades del Ayuntamiento. Este explica que en las vías primero debe pensarse en el peatón, luego en el transporte público y, por último, en el privado: y ahí las bicicletas comparten espacio con los vehículos.
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