Tertulianos y otros empleos de sus señorías
El PSOE vota en contra del dictamen de compatibilidades e impone la dedicación exclusiva a los diputados de su grupo parlamentario
Es ya una costumbre que diputados y senadores compaginen el escaño con otras actividades extraparlamentarias. Participar en programas de televisión se ha convertido en una de sus tareas favoritas. Según los casos, este trabajo puede estar remunerado o ser ejercido de manera altruista, por simple amor al partido. A los parlamentarios-tertulianos se les exige que defiendan los colores de su formación y, por su propia naturaleza, tienden a aprovechar los platós para vilipendiar al adversario. Muestra de la fascinación que los políticos sienten por los medios de comunicación es el alto número de servidores públicos, sin distinción de ideología, que colaboran en debates televisivos, acuden religiosamente a tertulias de radio o escriben columnas en prensa. En 2015 eran 87.
El pleno el Congreso aprobó la semana pasada el dictamen que permite a sus señorías ejercer el pluriempleo. Pablo Iglesias ha solicitado seguir dirigiendo y presentado el programa de entrevistas Fort Apache (al que dice dedicar dos horas semanales), además de asistir a encuentros, charlas y talleres de carácter docente “con o sin retribución”. En la misma tesitura están compañeros de filas como Íñigo Errejón o Alberto Garzón, que declaran participar “puntualmente” en medios de comunicación y pronunciar conferencias en la universidad. El portavoz de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, escribe una columna semanal en un diario y el líder de su bancada, Albert Rivera, percibe derechos de autor por libros como El cambio sensato: 100 preguntas. 100 respuestas.
Entre sus señorías hay quienes solicitan el plácet para desempeñar su antigua profesión. El actor Toni Cantó puede mantener su contrato en una teleserie y Félix Álvarez Felisuco cuenta con el aplauso de la Cámara para trabajar en cine, teatro y televisión. El dictamen autoriza a Diego Cañamero a recoger la aceituna durante 15 días al año. Menos fatigoso —y seguramente más rentable— es el trabajo extraparlamentario del portavoz popular, Rafael Hernando, que plantea ejercer de abogado. Su compañero Teófilo de Luis tiene como otra actividad el asesoramiento de empresas “por cuenta propia sin relación con el sector público”.
Salvo tareas de docencia, producción literaria, científica y artística o gestión del patrimonio personal, la ley prohíbe a los parlamentarios ejercer otros empleos. Teóricamente, porque a menudo se hace la vista gorda y el Congreso tiende a autorizar un extenso abanico de compatibilidades. El PSOE ha decidido no entrar en este juego. Ha votado en contra del informe aprobado en el Congreso e impone dedicación exclusiva a los miembros de su grupo. Es una exigencia, argumentan, que contribuye en la medida de lo posible a mitigar el desprestigio de la clase política ante los ojos de la sociedad. Un endurecimiento de los requisitos para permitir ejercer otros trabajos y una supervisión más exhaustiva tal vez hubieran evitado casos vergonzosos como el de Vicente Martínez-Pujalte, que además de su salario como diputado se embolsaba 5.000 euros al mes por asesorar a una empresa especializada en obra pública.
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