Siete profesiones que no temen al futuro
La mayoría de los oficios se van a ver transformados por la tecnología en los próximos años. Estas son un ejemplo de las que pueden salir fortalecidas
¿Cuántas veces te has hecho ya las preguntas? ¿Cómo te afecta a ti la llegada del tsunami digital? ¿Supone una amenaza para la supervivencia de tu empresa? ¿Para tu puesto de trabajo? ¿Y para tu profesión?
Según los expertos de la Universidad de Oxford, el 47% de los puestos de trabajo que hoy conocemos están en riesgo de desaparecer. El 90% que permanezcan cambiarán radicalmente. Pero algunas profesiones están mejor colocadas que otras para salir reforzadas de esta transformación. Estos son algunos ejemplos de los oficios que no temen al futuro.
Óptico:
La Ley de ordenación de profesiones sanitarias (LOPS) establece que esta profesión tiene como foco fundamental “desarrollar las actuaciones dirigidas a la detección de los defectos de la refracción ocular, a la utilización de técnicas de reeducación, prevención e higiene visual y a la adaptación de ayudas ópticas”.
Dada nuestra creciente exposición a todo tipo de pantallas, parece lógico incluir a los ópticos entre las profesiones que no desaparecerán como resultado de la cuarta revolución industrial. Además, tras la llegada de la realidad aumentada (tecnología que superpone información digital sobre el mundo real), estos profesionales pronto podrían convertirse además en personal estratégico para muchas empresas.
¿Has oído hablar de las lentes de contacto iOptik? Fabricadas por la compañía óptica Innovega, proporcionan una capacidad multifocal que consigue que el cerebro pueda enfocar a corta distancia, manteniendo la larga al mismo tiempo. De esta forma, amplían el campo de visión y permiten proyectar imágenes mostrando, por ejemplo, la visión captada por un dron que sobrevuela el terreno. ¿Imaginas su potencial para el mundo militar? ¿Y para la automoción?
Algo así puede marcar (y marcará) un antes y un después en muchos sectores de actividad. Sin embargo, su despegue tendrá que enfrentarse a las limitaciones humanas, porque nuestro cerebro no está preparado, lo que hace imprescindible mucho entrenamiento y control por parte de estos profesionales.
Historiador:
Como aclara la RAE, un historiador es un “especialista en historia”, un profesional que se encarga del estudio, interpretación y descripción del pasado de la humanidad. Vinculados por lo general al ámbito docente, su presencia y permanencia es para todos nosotros una cuestión de supervivencia porque, como dice la sabiduría popular, “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.
En la actualidad, la realidad virtual permite recrear la historia con experiencias inmersivas imposibles de olvidar. Es importante aclarar que esta tecnología lleva ya décadas entre nosotros, siendo ahora cuando vive su proceso de democratización. Se lo debemos, entre otros, a personas como Morton Heilig, filósofo y realizador de cine que pensaba que una película debe convertir al espectador en parte de la escena. Su sueño le llevó a patentar en 1962 el Sensorama, un aparato que proyectaba imágenes en 3D mientras emitía un sonido envolvente y hacía vibrar el asiento al tiempo que lanzaba viento y olores.
Aunque Heilig no tuvo mucho éxito con su proyecto emprendedor, su trabajo permite hoy que se posible “revivir” la historia (no solo leerla o contemplarla) lo que re-abre enormes oportunidades a estos profesionales en campos tan diversos como el marketing, los servicios turísticos y, por supuesto, el ocio y entretenimiento.
Filósofo:
Hoy nadie se atreve a cuestionar el futuro de quienes deciden dedicar su carrera al mundo de la estadística y las matemáticas. Son perfiles muy demandados por proyectos de big data (herramientas de análisis de datos masivos) y la probabilidad de que algún día les falte trabajo parece ser realmente baja, por no decir imposible. Lo que muchos no saben es que el avance de la inteligencia artificial está sujeto precisamente a las aportaciones que llegan de la filosofía.
La inteligencia artificial es, en pocas palabras, la tecnología capaz de imitar los procesos del razonamiento humano: analizar, aprender, entender, comunicarse, decidir... Esta es la razón por la que su pleno desarrollo exige la presencia de profesionales que conozcan el funcionamiento de la mente humana y sean además capaces de replicarlo.
Gottlob Frege (1848-1925), padre de la lógica matemática y la filosofía analítica, dijo en su época: “Todo buen matemático es por lo menos mitad filósofo, y todo buen filósofo es por lo menos mitad matemático”, un pensamiento que vuelve a estar de actualidad.
Camarero:
China es un referente en materia de robotización, por lo que para presentar el futuro de esta profesión utilizaré el caso concreto de dos de sus restaurantes pioneros en la incorporación de camareros mecánicos.
El primero en contratarlos fue el Dalu Robot, un establecimiento especializado en el hot pot (caldero mongol). Lo hizo en 2010, anunciando la presencia de un equipo de camareros robots que no servían la comida, sino que se limitaban a acercarla a la mesa.
Los robots camareros tienen una capacidad de interlocución reducida, no más de 40 frases
Tres años más tarde, se anunció la apertura del Haohai Robot Restaurant, un establecimiento donde, a diferencia del anterior, trabajaban además en la cocina. Eran un total de veinte autómatas de aspecto androide que se encargaban de casi todo, desde la reserva de la mesa hasta de servir las bandejas. Tan solo necesitaban algo de ayuda para cortar la carne y la verdura.
Sin embargo, no todo era perfecto, dado que los robots tenían una capacidad de interlocución francamente reducida, puesto solo podían entender cuarenta frases. ¿Podría ser algo así el futuro de la restauración?
No, por ello no sorprende encontrar noticias como las protagonizadas recientemente por los restaurantes de la ciudad de Guangzhou (o Cantón): dado su bajo rendimiento, habían decidido despedir a los camareros-robot. Sus camareros mecánicos, que no pedían aumentos de sueldo ni hacían huelga, tenían serios problemas para servir sopa sin salpicar, chocaban continuamente unos contra otros y se averiaban muchísimo.
¿Estamos frente a un fenómeno aislado, o se trata de una muestra más de que es posible quitar el empleo a los robots sacando toda nuestra humanidad? Personalmente, me quedo con lo segundo.
Periodista:
Internet ha supuesto un enorme reto para esta profesión que al día de hoy aún vive rodeada de una gran dosis de incertidumbre. No obstante, cada vez somos más los que creemos que ya se está produciendo un claro punto de inflexión en la evolución de esta tendencia.
Un simple dispositivo móvil ya es más que suficiente para poder publicar una noticia en las redes, lo que ha desatado el fenómeno del periodismo ciudadano, escenario en el que son los propios ciudadanos los que asumen el rol de informadores. Este movimiento supuso un cambio radical de paradigma, democratizando la creación y difusión de contenidos, pero trajo también desafíos: ¿Cómo distinguir entre una noticia veraz y una falsedad? Es algo muy complicado, motivo por el que Facebook anunció recientemente que frenará “de forma agresiva” la difusión de noticias falsas en su plataforma.
La atención ha vuelto a girar sobre los medios con mayor credibilidad, responsables con su propia marca y con la firma de sus periodistas de las noticias que salen a la luz. Afortunadamente, ese es tan solo el principio de la revolución que ha empezado ya en esta profesión.
Con la llegada de la inteligencia artificial el contenido se podrá personalizar, lo que permitirá mejorar la experiencia del lector y, por supuesto, su fidelidad. Pero el periodista seguirá siendo el responsable de la información y la redacción, un contenido que después la inteligencia artificial podrá adaptar a las preferencias de cada uno de los usuarios.
Traductor:
Muchos estarán cuestionando esta elección. Como todos sabemos cada vez hay más aplicaciones que hacen traducciones automáticas inmediatas de forma gratuita. ¿Cómo puede ser que en un entorno así una profesión como la de traductor pueda seguir teniendo sentido?
Hay dilemas de traducción, por ejemplo en poesía o a la hora de captar ciertas intenciones en muchas obras literarias, que se escapan a lo que puede lograr una máquina. Un ejemplo claro (acertasen o no) lo hemos vivido en la última temporada de Juego de Tronos. El humor es otro de esos campos. Nos hace la vida más fácil, fortalece el corazón y nos protege de muchas enfermedades, habiéndose convertido en parte esencial de la comunicación humana. Por ello, para que las máquinas sean capaces de comunicar con total fiabilidad a dos personas, estas deberán ser capaces de identificar las bromas. Lo contrario, antes o después, podría llegar a suponer un peligro para los negocios y las relaciones humanas. Al fin y al cabo, ¿no tenemos ya enormes problemas de comunicación hablando el mismo idioma?
Este es el gran reto de la traducción y, en particular, de todos aquellos que están desarrollando aplicaciones para procesos de traducción simultánea, desafío que, de momento, no parece fácil de resolver porque el sentido del humor es algo muy personal. De esta forma, una broma que a una persona puede parecerle muy divertida a otra podría no hacerle ni pizca de gracia. Además, algo que en un momento dado puede ser gracioso, tan solo minutos después puede resultar no serlo y hasta convertirse en algo ofensivo. Si eres traductor, uno de los buenos, en el corto, el medio y, probablemente, en el largo plazo, trabajo no te va a faltar.
Abogado:
En contra de lo que muchos puedan creer, las tecnologías que forman el tsunami digital no son nuevas en absoluto. Lo que es nuevo es la velocidad a la que están entrando en nuestras vidas, lo que plantea un enorme desafío frente al ritmo de adaptación de los marcos legislativos. Para avanzar en la reflexión, utilizaré, a modo de ejemplo, el caso concreto de los drones.
El primero en controlar un vehículo aéreo de forma remota fue el ingeniero inglés Archibald Low, quien logró su sueño en 1917, de forma que estos aparatos llevan ya entre nosotros más de un siglo.
Los drones fueron concebidos para realizar tareas sucias, aburridas y peligrosas, y son capaces de registrar lo que el ojo no ve y de llegar a sitios a los que una persona no podría ni acercarse sin poner en riesgo su vida. Aunque su despegue fuera del mundo militar es parte de la historia más reciente, se espera que en 2025 el negocio de los servicios con drones comerciales alcance a nivel global la cifra de 8.700 millones de dólares.
Sin embargo se trata de equipos que traen también grandes retos a nuestra seguridad. Cada día son más frecuentes los incidentes con aviones comerciales, por lo que prácticamente han dejado de ser noticia para los medios de comunicación. A esto hay que sumar que son aparatos que se pueden hackear, suponiendo un grave peligro físico frente a nuestra integridad. Para terminar debo recordar además la preocupación de todos aquellos que se preocupan por su privacidad con preguntas como: ¿es posible proteger la intimidad? ¿Cómo puedo impedir que me graben? ¿Quién se responsabilizará de las grabaciones?
Hace falta un uso responsable, pero también la presencia de abogados que ayuden a resolver los conflictos que puedan surgir evitando así que todas estas tecnologías pasen algún día a convertirse en nuestro peor enemigo.
¿Sabes ya cómo te va a afectar todo esto? Recuerda que, como dice el refrán, “a río revuelto, ganancia de pescadores”, y si eliges bien tu profesión quizás no te tengas que volver a preocupar demasiado.
Silvia Leal es consejera y experta en inno-liderazgo y transformación digital. Doctora en Sociología y asesora de la Comisión Europea en competencias digitales, liderazgo y emprendimiento y directora del Programa en Dirección TIC & Innovación Digital de IE Business School. Es autora de los libros e-Renovarse o morir, Ingenio y Pasión e Ingenio, Sexo y Pasión (LID Editorial).
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