_
_
_
_
El no ya lo tienes
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Verborrea halagadora de final inesperado

Cuando estaba a punto de entrar en el teatro sentí una presencia detrás de mí y asimismo que alguien gritaba mi nombre

Joaquín Reyes.
Joaquín Reyes.alejandro ruesga

Los cómicos vamos de sitio en sitio llevando la risa, que esto por dinero no lo hacemos, y en esta ocasión la gira me había llevado hasta Badajoz.

Cuando estaba a punto de entrar en el teatro sentí una presencia detrás de mí y asimismo que gritaban mi nombre, las dos cosas. Me volví, una chica se acercaba hacia mí al trote cochinero, a su lado un chico también galopaba.

Esta cara, pensé… ¡Oh, my God! 25 años después ahí estaba la delegada de mi curso. “Madre mía Joaquín, qué ilusión me hace verte, cuánto tiempo, este es mi marido, lo conocí gracias a ti, a tus vídeos quiero decir, qué risa madre mía, habéis cambiado el humor de este país, porque lo que vosotros hacíais no lo había hecho nadie, con ese toque tan surrealista y cutre, que muchas veces la gracia estaba en que no tenía sentido. ¡Oye! Lo improvisabais todo ¿no? Cómo os lo tenías que pasar, qué envidia poder dedicarte a esto, para el humor hay que valer y tú siempre has tenido eso tan especial de hacer reír sin proponértelo, que otros están venga a currárselo y nada. Sin embargo, a ti te sale natural, tú sales al escenario y ya está, no te tienes que esforzar. No te he presentado a mi marido, se llama Emilio, se ha operado de la vista... qué tiempos aquellos en el instituto. ¿Te acuerdas una vez en una excursión al Alcázar de Toledo, que en la explanada al Isra se le ocurrió tirar una piedra para arriba al grito de ‘A quien le dé le ha dao’ y le cayó a él mismo?”.

Todas estas palabras salían de su boca sin solución de continuidad, estaba tan nerviosa que se le empañaron las gafas —“¡Ay! qué ilusión, qué ilusión ¿nos podemos hacer una foto? Que luego digo que te conozco y no se lo creen”—.

Y, de repente, no lo vi venir: “Que por cierto, cuando me preguntan cómo eres, yo siempre les digo: Es más inteligente de lo que parece.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_