Las hermanas Andresen, las multimillonarias más jóvenes del mundo
Alexandra Andresen, de 20 años, y su hermana Katharina, de 21 años, recibieron 1.100 millones de euros cada una cuando tenían 10 y 11 años
Gordon Ramsay, el chef escocés conocido por sus platos y también por su carácter incendiario en programas televisivos como Pesadilla en la cocina, tiene 50 millones de euros. La revista de negocios Forbes, responsable del cálculo, y de la lista anual de millonarios del mundo, dice que es el cocinero famoso más rico, pero él lo que tiene claro es que no piensa malcriar a sus cuatro hijos. "No les dejaré dinero en mi testamento. Tendrán que ganárselo", ha dicho recientemente.
Otros padres abordan su legado, y sus finanzas, de distinta manera. Es el caso del magnate noruego Johan Henrik Andresen, que debe la fortuna familiar al tabaco. Su hija Alexandra, de 20 años, es la multimillonaria más joven registrada por Forbes, gracias a la cesión de 1.100 millones de euros que le hizo su padre en 2007, cuando tenía apenas 10 años. Una fortuna que corresponde al 42% de las acciones de su empresa, Ferd Holding, especializada en fondos de inversión y bienes raíces. Katharina, de 21 años, la otra hija de Andresen, recibió la misma cantidad. Ninguna de ellas se dedica por ahora al negocio.
Alexandra reside en Alemania, es aficionada a las redes sociales y amante de los caballos, deporte en el que ha demostrado ser una consumada amazona. Ha ganado tres veces el campeonato noruego de doma clásica y en una ocasión, el Europeo Junior.
Pero aparte de esta afición, es una joven que demuestra cierta mesura en su estilo de vida si se tiene en cuenta el nivel que podría llevar dado lo abultado de su cuenta corriente. Junto a imágenes de vacaciones en lugares exóticos, reconoce que el dinero de sus padres le ha servido para comprar su caballo, Belamour, y abonar los gastos de una afición que resulta muy cara. "Pero solo con dinero no alcanzas el éxito. Además, no he hecho nada para merecer todo esto y busco la manera de ser útil", ha declarado a la prensa británica.
Su hermana, Katharina, hizo unas prácticas en la firma paterna y estudia ahora Ciencias Sociales en el University College, de la Universidad de Ámsterdam. Su progenitor realizó un máster en Negocios en la universidad de Róterdam, y ella ha mantenido la tradición.
En su caso, la vida universitaria le deparó una sorpresa. En Holanda no hay colegios mayores y los estudiantes buscan acomodo en casas y pisos sin grandes lujos. Inspirado en el modelo anglosajón, el University College es diferente. Sí tiene campus en la capital, y los alumnos están, por tanto, obligados a residir en una de sus habitaciones. La de Katharina tenía 20 metros cuadrados, tal y como hizo saber a través de su cuenta de Instragram, en la que tiene 13.700 seguidores. Le pareció "una pequeña birria", pero con ayuda de su madre, Kristin, la decoró a su gusto y mostró luego el resultado en las redes sociales. En otras fotos, da cuenta asimismo de viajes a lugares lejanos.
La empresa que convirtió en millonarios a los Andresen se llamaba Tiedemans Tobaksfabrik Corporation y fue comprada por uno de sus antepasados en 1849. En 1998 se fusionó con Scandinavia Tobacco Company y, en 2005, el padre de Alexandra y Katharina vendió sus acciones. Lo que quedaba del grupo Tiedemans se transformó en Ferd (trayecto, en noruego), y las niñas recibieron en 2007 su dinero. Ellas son las más jóvenes, pero otras hermanas de su propio país pueden superarlas. Son las gemelas Cecile y Kathrine Fredriksen, de 33 años. Herederas de un imperio naviero familiar que Forbes cifra en casi 15.000 millones de euros.
Oropeles o discreción
La rusa Ekaterina Rybolovleva también es multimillonaria y aficionada a la hípica. Hija de Dmitry Rybolovlev, el actual presidente del club de fútbol As Mónaco, ha demostrado en varias ocasiones que la juventud no es un problema a la hora de hacer desorbitados desembolsos. En 2011, con 22 años, compró un apartamento en Manhattan valorado en casi 67 millones de euros. 670 metros cuadrados, 10 habitaciones y vistas a Central Park para tener un hogar neoyorquino al que ir mientras cursaba estudios en una universidad local. Dos años después se convertía en propietaria de la famosa isla griega de Skorpios por unos 117 millones de euros. La vendedora fue otra rica heredera también aficionada a los caballos, Athina Roussel, hija de Cristina Onassis, que a la muerte de su madre, cuando apenas tenía cuatro años, recibió una fortuna estimada en casi 2.500 millones de euros. La diferencia, en este último caso, es que Athina —nieta del famoso armador griego Aristóteles Onassis— ha preferido romper con el pasado maldito de su familia y vivir discretamente.
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